Un arousano y un pontevedrés, la sombra del pelotón mundial

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

FIRMAS

CEDIDA

Agustín Pereira y Carlos Pérez se han perdido este año su primer Tour desde 1994. Forofos del ciclismo, fijos en la Vuelta desde los 80, llevan 5 mundiales y un Giro

28 ago 2012 . Actualizado a las 11:23 h.

«Facemos un turismo de alta calidade, porque ves sitios que do contrario non verías nunca. Os franceses agochan moitos segredos». Y lo mejor de todo, por no más de 300 euros por cabeza. Eso es, al menos, lo máximo que se han tenido que rascar sus bolsillos el vilagarciano Agustín Pereira Garrido y el pontevedrés Carlos Pérez Garrido para acompañar desde las cunetas galas una edición entera del Tour de Francia. La de su centenario.

Primos con orígenes comunes en Carril, y unidos desde la infancia por una afición que ha marcado su ritmo vital desde finales de los años 80, Agustín y Charli «son dos personajes más de la carrera, ya forman parte de ella», comentaba en el 2009 el ganador de un Tour Óscar Pereiro. Y es que desde que en 1994 se decidieron a vivir su primera experiencia en la Grande Boucle en la etapa del Tourmalet, llamando la atención del pelotón con una bandera gallega atada a uno de esos grandes palos que miden el nivel de la nieve, los dos gallegos se fueron ganando año tras año el cariño de la gran familia ciclista internacional. Con 18 asistencias ininterrumpidas al Tour en el caso de Agustín -Carlos se perdió tres ediciones- desde aquel lejano 1994 en el que se desplazaron con un viejo Talbo Tagora. Pero también como fijos en las diferentes ediciones de los campeonatos de España y la Vuelta desde finales de los 80, y por el amor a un deporte que los llevó a cinco mundiales y un Giro de Italia. Este último, solo para ver al extinto Xacobeo y, sobre todo, al ídolo de Agustín y Charli, el vilagarciano Gustavo César Veloso, en una gran carrera que resulta prohibitiva para estos dos fans de la serpiente multicolor.

Tras mamar el ciclismo desde su niñez, este par de intrépidos forofos «decatámonos de que era superdoado facer turismo seguindo estas carreiras». Eso, claro, partiendo de que «a maioría dos días toca comer fabada de bote ou pan bimbo con salami». Y que lo mejor para dormir es juntarse a la pequeña gran familia de aficionados que se ha ido formando con los años en este tipo de grandes citas de tres semanas. «O chulo é chegar a campos e montes, acampar coma se fora un festival, e contarnos historias», dicen. Así fue como Carlos y Agustín aprendieron a hablar francés e italiano. Eso sí, que no les pidan escribirlo.

Con los años su relación con el pelotón les ha reportado algún regalo en forma de avituallamiento gratis y hasta pases para disfrutar de la última jornada del Tour en la tribuna de los Campos Elíseos.

Este fue el primer año que ninguno de los dos acudió a Francia. El motivo, ahorrar tiempo y dinero para disfrutar de la quinta victoria del gallego David Blanco en la general de la Volta a Portugal.

«Seguir o Tour de Francia enteiro cústanos entre 250 e 300 euros por cabeza», aseguran