Un ingeniero para la ciudad eterna

m. conde / p. m. gestoso PONTEVEDRA / LA VOZ

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Enrique Nieto trabaja desde marzo en la sede de la FAO en Roma

21 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Recaló en la ciudad eterna hace solo cuatro meses, después de encadenar una beca tras otra en Canadá, Washington, Gante, Berlín y Johannesburgo. Precisamente las recomendaciones que consiguió con su buen hacer cuando estuvo trabajando en la embajada española de la capital norteamericana le valieron al pontevedrés Enrique Javier Nieto Antón para conseguir su actual empleo en prácticas en la sede de la FAO (Organización para la Agricultura y los Alimentos de las Naciones Unidas) en Roma.

Este ingeniero forestal trabaja para el Departamento de Desarrollo Económico y Social de la FAO. «Principalmente me centro en políticas -cuenta- para crear empleo dentro del sector agrícola de países en desarrollo, además de políticas orientadas a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de estos países. El fin es poder lograr los objetivos de empleo decente marcados por los objetivos del Milenio de las Naciones Unidas para la reducción de la pobreza». Se trata de prácticas, señala, que consiguió solicitándolas «por el procedimiento normal de la FAO».

En estos cuatro meses subraya que la adaptación ha sido «buena», porque ya conocía la ciudad de antemano, en la que había estado en otras visitas como turista. «Además -añade- al trabajar en un ambiente laboral con personas de todos los países del mundo y acostumbrados a cambiar de país, te ayudan mucho a integrarte. Sobre todo en temas como buscar apartamento, te aconsejan sobre las mejores zonas de la ciudad para vivir, la burocracia... Y sobre las zonas de ocio».

Apunta que también suelen invitar a los nuevos «a cualquier evento que hagan, cenas, fiestas, donde conoces a más gente enseguida, por lo que uno nunca se siente solo».

Lo más difícil que le resultó «y sigue resultando» es la integración con personas italianas, «ya que no domino la lengua y la mayoría de ellos no hablan inglés».

Comparada con su ciudad natal, Roma «es muy cara», empezando por la cesta de la compra. «Pago por una habitación cuatro o cinco veces más de lo que pagaría en Pontevedra» y señala que vive en una zona de estudiantes, Piazza Bologna, «un barrio normal con mucha vida, cerca de la Universidad de La Sapienza».

Precisamente, los amigos españoles que tiene los conoció a través del trabajo y se reúnen los viernes para tomar algo después de su jornada laboral. «Pero no solo nos reunimos los españoles, sino también con el resto de compañeros de la organización», advierte.

Para ese tiempo de ocio las posibilidades son infinitas, debido especialmente «a los turistas». «Está full de restaurantes, tiendas, museos, bares... -explica el pontevedrés-. Personalmente, me encanta ir a Trastevere a cenar a cualquiera de los restaurantes de la zona y tomar algo en los alrededores de Piazza Trilusa, o a lo largo del Tíber, ya que en verano abren muchos bares en las orillas del río y hay muy buen ambiente». Son las ventajas, como dice, de vivir en una «ciudad museo».

A pesar de que ya ha pasado por más de un continente, Enrique está convencido de que «como Galicia no hay otro lugar en el mundo». «Galicia siempre se echa de menos, así que en cuanto haya una buena oportunidad de volver, lo haré encantado», concluye.