«Si no hay viento, acierto bastante»

Nacho Mirás Fole

FIRMAS

JOSÉ PARDO

Viene de medirse con los mejores y confía en hacer un buen papel en Londres

15 jul 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Un accidente lo cambió todo. Pero el mundo siguió rodando y Guillermo Javier Rodríguez González (Ferrol, 1960) se agarró fuerte para no quedarse fuera. Hoy, este deportista de élite de la Agrupación Deportiva de Minusválidos (ADM) y Arco Ferrol trabaja duro para hacer el mejor papel posible en los Juegos Paralímpicos de Londres con la selección española.

-¿Es cierto que donde pone el ojo pone la flecha?

-¡Ojalá fuera tan fácil! Es mucho más complicado. Es muy frustrante ver que tiras muy bien y que el viento racheado te la desvía. Pero si no hace viento, me acerco bastante.

-¿Qué tal le ha ido en el Stoke Mandeville Open, recta final de las Paraolimpiadas?

-Nos ha servido como preparatorio. Acudieron casi las tres cuartas partes de los países que estarán en los Juegos. Y nos ha valido para comprobar cómo estamos nosotros y, sobre todo, cómo está la gente. Además, es un test meteorológico importante, porque en Inglaterra puedes tener tres estaciones en una hora.

-¿Y cómo se ha visto en comparación con el resto?

-Me enfrenté en octavos de final al campeón del mundo, Philippe Horner, y lo mandé para casa. Entreno mucho y, desde la humildad, te diré que mi objetivo es hacer un buen papel. Vivo jubilado y mis aficiones son la rehabilitación y el arco, me dedico a ello.

-¿Y por qué el arco?

-Fue un encuentro fortuito. Practiqué deporte toda la vida, jugué a balonmano, fui buceador de la Armada... Mi vida discurría en el atletismo, el triatlón, las carreras de fondo... Pero un accidente de tráfico me dejó postrado dos años en una silla. En el 2004 me levanté con muletas y ahora camino con un bastón. Empecé a tirar en la categoría absoluta y hacía lo que podía, hasta que en el 2010 llegué a la selección nacional en discapacitados. Estuve año y medio de la mano de Antonio Rebollo [el arquero que encendió el pebetero olímpico de Barcelona 92].

-Seguro que detrás de lo que hace hay muchos ánimos...

-Sin duda. Manuel Campoy es la persona que me anima y e interacciona conmigo en el apartado técnico. Después del accidente acabé con una depresión muy grande, echaba a llorar al mirar mis piernas. Pero hago una vida familiar muy intensa que me ha ayudado mucho. Tengo un hijo de 29 años y una niña de 22. Y a mi santa esposa, Manuela, a la que conocí con faldita y calcetines.

-Una duda. La flecha de Rebollo en Barcelona no entró, ¿verdad?

-Se ve claramente en los vídeos. El pebetero tenía un haz de gas de tres metros y lo que le pedían es que la flecha pasara por encima. Había también un dispositivo de emergencia preparado para encenderlo, pero no hizo falta, Antonio hizo lo que tenía que hacer y quedó para la historia.

nacho.miras@lavoz.es