De Baldaio al Bierzo para ayudar al último pastor trashumante

Marta Valiña CARBALLO / LA VOZ

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Gelos Rosado con dos de los caballos con los que pasea a diario por Baldaio.
Gelos Rosado con dos de los caballos con los que pasea a diario por Baldaio. j. m. casal< / span>

Marino de profesión, participa desde hoy en un pastoreo de Toreno a Babia

13 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Gelos Rosado Gómez, natural de Melide y residente en A Coruña, está convencido de que si el paraíso existe, «está en Baldaio». Cerca del arenal carballés reside en verano, y allí encontró, asegura, «gente maravillosa, paisajes únicos y una paz absoluta». El lugar ideal, para disfrutar de sus caballos, Aladino, Campanilla y Brisa Aladina, y de Golfo, un cariñoso perro carea leonés, que hoy se estrenará como pastor, misión para la que, por cierto, nació su raza.

Golfo y Gelos, a lomos de Aladino, practicarán durante los próximos días la trasterminancia, una variedad de la trashumancia caracterizada por un pastoreo de corto recorrido. En el caso de Gelos, ayudará a Horacio Álvarez, el último pastor trashumante del Bierzo leonés, a conducir un rebaño de más de 850 ovejas y cabras entre las localidades leonesas de Toreno y Quintanilla de Babia, en un recorrido de unos 140 kilómetros que realizarán en algo más de cuatro días. «Iremos por cañadas, cordeles y veredas. Horacio irá delante, con el manso, y yo y otro jinete iremos detrás del rebaño, con los perros», explica Gelos Rosado, que se ha unido a una experiencia que considera «muy interesante y muy positiva para el medio ambiente». Con ellos irán también miembros del Instituto Leonés de Antropología y Desarrollo Rural, y también los zagales y la hija de Horacio, Lucía, «una joven de 15 años que también sueña con recuperar la trasterminancia».

Marino de profesión, Gelos Rosado se unió a la iniciativa, por amistad, y porque está convencido de que el pastoreo sería perfectamente aplicable en Galicia. «Si las ovejas y las cabras volviesen a nuestros montes no habría incendios, porque ellas ayudarían a mantener a raya la maleza. Allí donde se practica la trashumancia no hay fuego», asegura Rosado, quien se lamenta porque «el campo es el gran abandonado de Galicia». Lo dice por experiencia, porque a diario sale a pasear con sus caballos por los alrededores de Baldaio, y a diario se apena al comprobar lo poco cuidadas que están muchas fincas y montes. «Hay muchos caminos públicos que hace tres años eran transitables, pero hoy han desaparecido cubiertos de tojos y zarzas», explica.

Añade, además, que el pastoreo es también beneficioso para los animales. «El porcentaje de enfermedades entre las ovejas que no están en establos es bajísimo», dice Gelos, quien a su vuelta de León, creará, «de modo experimental», su propio rebaño. «Compraré unas cuantas cabras y ovejas para ver cómo les va en Baldaio». Bien, seguro, porque estarán en el paraíso.

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