«Pérez-Reverte me transmitió toda la sensación de Rocroi»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

HISTORICAL OUTLINE

El artista reconoce que su obra puede ser «la otra cara de la moneda» de «La rendición de Breda», de Velázquez

26 jun 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Esta tarde será la última oportunidad de contemplar en el sexto edificio del Museo la exposición de la Brilat en la que Augusto Ferrer-Dalmau muestra «una selección de más de cincuenta reproducciones en lienzo de obras de la caballería, muchas de ellas de la campaña de África». La joya de la corona es la reproducción de uno de sus trabajos más conocidos, Rocroi, el último tercio.

-¿Cómo fue pintar este cuadro?

-Fue un cuadro apasionante. Arturo Pérez-Reverte -quien se lo encargó- me transmitió toda la sensación del cuadro. Lo pintamos al alimón porque él sentía cosas que yo iba plasmando.

-¿Es la antítesis de «La rendición de Breda», de Velázquez?

-Es la otra cara de la moneda. Es la parte cruel de la guerra, donde los tercios no iban tan guapos, tan bonitos, donde el soldado vestía como podía, todos apiñados. Las lanzas no están verticales, están torcidas... Es el otro lado de la moneda.

-¿Qué caracteriza a la reproducción que han traído?

-Que es una reproducción redimensionada de la obra para que la gente pueda ver el cuadro un poquito más grande que el original. Creo que hemos conseguido resaltar los colores.

-¿Qué otra obra destacaría?

-Está una por la que siento un cariño particular, que es la última carga de caballería en África. También está redimensionada en grande. Lo que pasa con el cuadro de Rocroi es que tiene el valor añadido, la espectacularidad que le da el artículo que Pérez-Reverte escribió en el XL Semanal. Uno va a verlo con la expectativa de ver al perro de Rocroi...

-¿A «Canelo»?

-Justo.

-En cuadros como este, ¿qué es lo más complicado?

-La documentación. Para este tipo de cuadros no basta con saber pintar, o tener una noción artística o técnica. Hay que saber cómo era el uniforme, cómo eran los caballos, incluso, cómo era el peinado, si llevaban bigotes o no los llevaban... Esa parte documental de reconstruir el pasado es la más difícil y compleja de un cuadro.

-¿Y cómo llega uno a la conclusión de que quiere pintar escenarios bélicos?

-La idea, en un principio, era reconstruir cuadros históricos. Empecé pintando para una exposición en Madrid de esta temática relacionada con el mundo del carlismo. Desde entonces he seguido una tónica ascendente, pero siempre pintando cuadros históricos.

-¿De alguna época en concreto?

-La época que más me gusta es el siglo XIX. Es donde la caballería se puede lucir más, donde los uniformes son más espectaculares. Es la guerra, quizás, más romántica y no tan violenta como fueron las posteriores.

AUGUSTO fERRER-dALMAU pINTOR