La Policía Local persigue a una octogenaria por alimentar gatos

Nacho Mirás SANTIAGO / LA VOZ

FIRMAS

XOÁN A. SOLER

El Concello le abre un expediente sancionador que le puede costar 735 euros

20 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo que menos se esperaba Carmen Mallo a sus ochenta años es que dos fornidos agentes de la Policía Local la iban a perseguir por Galeras abajo, que la iban a interceptar pidiendo incluso refuerzos y que acabarían por enviarle a casa una multa de agárrate y no te menees.

Carmen, que vive en la casa número 14 de Vista Alegre, frente a la fuente, vio mundo de joven, cuando emigró a Francia. Y es Francia la que le paga los poco más de 580 euros que cobra de pensión. Si la multa prospera, para llegar a cubrir los 735 euros con los que la amenazan le faltarían todavía otros 120 , más o menos lo que ingresa por viudedad. Y así quedaría la deuda saldada, con un mes completo de su subsistencia.

¿Cuál es el delito tan grave que lleva al Concello de Santiago a plantear la posibilidad de requisarle a una jubilada toda su paga del mes? Alimentar a unos gatos de la calle.

Carmen se pone nerviosa mientras relata una situación que se podría encuadrar entre el bochorno y el surrealismo si no fuera auténtica. «Eu ía andar tódolos días polo Carme de Abaixo, polas rutas que fixeron, e saía a San Lourenzo -cuenta-. E resulta que había por alí unha señora á que lle chamaban A Catalana, que tiña uns gatos deses brancos. Ela botáballes gorduras e restos alí no campo e nós chamábamoslle á atención para que non lles dera iso. Pero ela morreu, os gatos quedaron sen nada e eu comecei a levarlles penso e auga».

Carmen empezó a notar que la vigilaban y cree que alguien la denunció. Y tanto era así que, hacia el mes de febrero, una mañana que le llevaba el pienso a los felinos huérfanos de la Catalana, le tenían preparada una emboscada. «Fun buscar auga alí ao río do Carme, que pouco máis caio, -relata- e cando volvía, saíronme dous, un vestido de municipal e outro de paisano». La mujer tuvo miedo y echó a correr, explica sofocada. «Botei a correr e pedín auxilio, e eles a correr atrás de min, pero ninguén me axudou. O policía tentaba botarme a man e o outro, cunha radio na man dicíalle: ¡Coidado! E o sereno ou o que fora berraba: ¡Que me manden una patrulla!». Carmen reconoce que estaba tan asustada que no les dio su nombre verdadero, cosa que sí hizo más tarde. Y se fue a casa con una amonestación. Lo que no se esperaba es que, además, la iban multar.

«Os gatos quedaron abandonados cando a muller que os alimentaba morreu»

Carmen Mallo