Dos exprostitutas relatan ante el juez su cautiverio en clubes

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

CAPOTILLO

El fiscal rebajó la pena para la rama pontevedresa de la operación Carioca

21 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Por separado, una protegida por un biombo y otra por videoconferencia, dos exprostitutas relataron ayer en la Audiencia su cautiverio en distintos clubes de Pontevedra, Lugo y Ourense a manos de algunos de los principales encausados en la operación Carioca, la investigación que sacó a la luz una presunta trama de proxenetismo en Lugo. Entre quienes se sentaron en el banquillo figuraba Manuel García Adán, que se encuentra en prisión. En sus comparecencias, ambas señalaron a los acusados como las personas que se encargaban de vigilarlas, cobrar el dinero a los clientes o amenazarlas con represalias en el caso de que pensaran huir o revelar su situación a terceras personas.

Cristina, nombre ficticio de una testigo protegida que estuvo en paradero desconocido los últimos 8 años, reconoció que fue captada en Colombia para ejercer la prostitución. En principio, las condiciones que le plantearon serían que se quedaría con la mitad de «cada pase» y la otra sería para la organización.

Salidas, solo acompañadas

Sin embargo, una vez en el club Oasis de Poio, la realidad demostró ser diametralmente opuesta. «Nunca recibí el dinero de los clientes, ni podía salir si no estaba acompañada», señaló al tiempo que aseguró que el establecimiento solo permanecía abierto en horario nocturno.

Eso sí, reconoció en la sala que, «en ningún momento, me maltrataron, pero sí había amenazas».

En su declaración, Cristina apuntó que tomó la determinación de huir cuando la trasladaron al club Keops, en Ourense, y «me enteré que [Ana Milena Gómez Reyes] me había vendido». Añadió, en este sentido, que fue Manuel Antonio Ferreiro López, conocido como El Gato, quien le confirmó que «ya no le pertenecíamos a ella».

Cristina huyó, si bien no interpuso denuncia alguna hasta casi un año después. A preguntas de las defensas, quienes dejaron patente algunas supuestas contradicciones en su declaración, precisó que decidió poner su caso en conocimiento de la policía a raíz de encontrarse con Manuel Manteiga Rodríguez, El Increíble, y que este presuntamente le reclamase el pago de una deuda contraída por traerla a España.

Un proceso del 2002

La descripción de su estancia en el club de Poio fue ratificada por una segunda exprostituta. Esta última insistió en que las puertas del establecimiento estaban cerradas con llave y que «no teníamos cómo comunicarnos con el exterior».

El fiscal rebajó su petición inicial de penas. De los 10 años solicitados inicialmente pasó a pedir 4 por las dilaciones de un proceso que se inició en el año 2002.