«Nunha casa obrigáronme a beber licor ou non cubrían a enquisa»

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

Santi M. Amil

Un agente del INE relata cómo logra los datos para hacer el censo

11 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

-¿Eres dos contadores?

-Non

-¿Eres da luz?

-Non

-¿Da auga?

-Non

-¿Do Ayuntamiento?

-Non

-¿E logo de que eres?

A Óscar Rego lo han sometido a ese tercer grado más de una vez. Le ocurre cuando recorre las aldeas, ese vasto campo de trabajo que son todos los asentamientos diseminados por la zona rural ourensana. La anécdota ocurrió «un día que cheguei a un pobo no que había uns vellos sentados nun banco e empezaron o interrogatorio, pero esas preguntas son moi comúns no rural», dice. Pero no es ni de los contadores, ni de la luz, ni del agua. Pocos se fijan en el cartelito que lleva colgado del cuello y que tiene la respuesta. Es coordinador de grupo del Instituto Nacional de Estadística (INE) en la delegación de Ourense y también uno de esos agentes que van de casa en casa haciendo encuestas. Lo pasa muy bien. Conoce gente. Ahora tiene un contrato eventual para realizar ese primer trabajo de campo a partir del que se elaborará el nuevo censo de habitantes. El último tiene ya diez años.

Y nada tiene que ver con el padrón. Como explicación pone un ejemplo que, con variantes, se repite a menudo. «Deuse un caso dunha vivenda onde había empadroadas catro ou cinco persoas e vivindo había só dúas e ningunha era das que figuraban no padrón», cuenta.

Aunque su trabajo tiene un aire detectivesco, prefiere decir que lo que hace es buscar información. Pero a veces su labor es comparable a la de Perry Mason. Porque tiene sus riesgos. Como un día en A Bola. «Aparquei e fun a unha vivenda que non tiña timbre, petei na porta e cando din a volta había alí nas costas cinco cans». Lo salvó una verja y ahí estuvo refugiado gritando «¿Hai alguén, hai alguén?». Estuvo allí media hora. «Os veciños que había estaban nunha finca apañando patacas e tardaron en escoitar, cando o fixeron viñeron», recuerda.

Pero los perros, esos que «non morden, non morden ata o día que o fan», no es el único peligro que corren los agentes del INE. «Outro día obrigáronme a beber chupitos de licor de herbas. Ou bebía, ou non cubría a enquisa. Tomei un ao empezar e outro ao acabar», cuenta. También era por un concello rural de Ourense.

Su labor en el medio rural le ha permitido comprobar cómo el despoblamiento ha acabado con pueblos enteros. Y ahí en el campo no es complicado trabajar porque antes o después encuentra a los que quiere encuestar. En las ciudades la labor se complica. Sobre todo en algunos barrios en los que los habitantes no van a comer a casa. Entonces hay que regresar por la noche. Hay días en los que al ir tan tarde acaba quedando en un bar. Anotar las respuestas es la última fase del trabajo. Ahora ya no se cubren en una hoja de papel. Los agentes llevan ordenador. «O outro era dobre traballo», dice.

Además el telefonillo nunca se alía con el agente. Más bien lo frena. No es ni de lejos como el cara a cara. El gesto hace mucho. La teoría de este encargado de grupo del INE es que, muchas veces, el que responde no te atiende. Por eso hay que regresar y enfrentarse otra vez con esa voz que habla desde detrás de ese aparato colgado en el portal. Ahora está apurado porque pronto han de terminar las encuestas. Pondrán fin a un amplio trabajo de campo en el que tanto este agente de Ourense como el resto de sus compañeros se han encontrado de todo. Y más cosas que se encontrará. Es ya el quinto año que el INE lo llama para trabajar.

«Petei na porta

e cando din a volta había alí nas costas cinco cans»

Ahora ya no se anotan las encuestas en papel, llevan ordenador