José Castro Aragón, un juez famoso, muy a su pesar

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

El magistrado, que lleva 37 años de dedicación, llegó a Palma esperando un destino tranquilo

03 abr 2013 . Actualizado a las 19:10 h.

José Castro Aragón, el juez que acaba de mandar al banquillo a la infanta Cristina, quien hizo declarar al yerno del monarca después de haberlo citado como imputado, llegó a la sede del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, pasadas las ocho de la mañana, en su bicicleta, como todos los días, desde que, por prescripción facultativa, decidió cambiarla por su moto de gran cilindrada.

¿Quién es ese hombre de semblante serio, una vez más a su pesar, es noticia por haber desarrollado, un día más, la función de juez a la que se viene dedicando desde hace 38 años? A pesar de su apellido, José Castro es cordobés de nacimiento y no tiene ascendencia gallega. Antes de acceder a la judicatura fue funcionario de prisiones. Después de rodarse en un par de juzgados peninsulares y uno en Canarias, en el año 1985 recaló en Baleares, en el Juzgado de lo Social número 2 de Palma. Cinco años más tarde dio el salto al de Instrucción 3 y de ahí no se ha movido, convirtiéndose así en el juez que más tiempo lleva al frente de un juzgado unipersonal en las islas y tal vez de España. Todo apunta a que piensa jubilarse ahí.

Cuando José Castro arribó a Palma, las islas eran un destino tranquilo, pero por poco tiempo. En la capital del veraneo de la clase política no tardó en aflorar la corrupción, con el hoy expresidente autonómico Jaume Matas y su cohorte como protagonistas estelares. El primer sumario que sacó al juez Castro del anonimato fue el del caso Calviá en el año 1992, en el que dos ediles del PP fueron procesados y más tarde condenados por el intento fallido de comprar a otro del PSOE por 100 millones de las antiguas pesetas.

El más sonado fue el caso derivado de la construcción del velódromo Palma Arena, cuyo principal imputado es el expresidente Matas. De ese sumario, salió la famosa pieza separada que tiene a Iñaki Urdangarin como protagonista estelar. Y ahora, a la infanta Cristina.

Es más que probable que, cuando se jubile, el trabajo de este juez valeroso para unos, temerario para otros, no vaya a ser reconocido con ningún titulo nobiliario, como el que ostentan los destacados imputados a los que ha sentado en el banquillo. Lo que sí, sin duda, podrá parafrasear José Castro cuando cuelgue la toga, son los versos de Machado en Proverbios y cantares: «Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción».