La cantante había cobrado 80 millones de pesetas por su concierto en A Coruña

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

14 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«Dice que no puede cantar, que se ha quedado sin voz». De esta forma traducía un intérprete las palabras de Whitney Houston, que el 6 de octubre de 1991 se subió al escenario del Coliseo coruñés para ofrecer el último concierto de su gira europea. El frío que hacía en el recinto y el cansancio acumulado durante su tour fueron las causas que se apuntaron para que, después de hora y media, la cantante norteamericana diera por finalizada su actuación sin poder ni siquiera entonar algún bis, como le solicitaban los más de 7.000 fans que se agolpaban en el recinto coruñés.

Sin embargo, la artista no quiso despedirse sin reconocer la entrega del auditorio: «Sois un público maravilloso. Me gustaría cantar más para vosotros, pero me es imposible. Volveré a España». Y así lo hizo, aunque no regresó nunca a A Coruña, donde había protagonizado uno de los montajes más espectaculares que se recuerdan, con unas cifras que rondaban los 100 millones de pesetas, de los que 80 fueron para Houston.

Su llegada a la ciudad la realizó en un avión privado procedente de París, donde había actuado el día anterior. Un séquito de cien personas la acompañaban, entre las que se encontraban siete guardaespaldas que a punto estuvieron de sacar de la carretera a los periodistas que seguían a la cantante en su traslado de Alvedro hasta el antiguo Hotel Sol Coruña. Allí se habían reservado un centenar de habitaciones, a las que también se sumó en Sada un chalé que había exigido Whitney Houston.

Pero estas no fueron sus únicas solicitudes. Pidió a los organizadores que pusieran a su disposición cuatro limusinas, tres microbuses con 30 plazas cada uno, seis cocineros, un camerino para los músicos, otros dos para los coros, un vestuario particular, una sala de duchas y un local para que los músicos pudieran afinar sus instrumentos.

De su paso por el Coliseo se conserva el cartel del concierto (cuyas entradas costaron 3.000 pesetas), y que tiene un lugar muy destacado en el museo de este recinto, donde todavía no se contaba con el libro de oro, que la artista ya no podrá firmar.