«Antes facía cen vodas ao ano; o ano pasado fixen 36»

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

FIRMAS

Los salones del restaurante Ciprés se quedan vacíos por falta de ceremonias

12 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Manuel Abal no tiene ganas ni de disimular la dura realidad. «Isto é un desastre -admite-. Teño un salón para catrocentas persoas e non veñen máis de sesenta comensais que piden cinco mariscos e un plato de carne; hai cinco anos tiña cen vodas ao ano, dúas ou tres cada fin de semana, ata os domingos as había; o ano pasado non houbo máis que 36, e este ano, por aí». Esa es la situación. El Ciprés lleva veinte años abierto y su dueño nunca se vio en las mismas.

La incidencia de la crisis es tal, que incluso se está echando por tierra algo tan inherente al gallego, que era la exageración en el banquete. La generosidad de los menús de boda en Galicia era famosa en toda España, y en Castilla se quedaban con la boca abierta ante los pinchitos de antes, los cinco platos de marisco, el pescado, la carne, la tarta y sus otros muchos postres, todo ello regado con vinos, cavas, copas... Los novios se gastaban hasta 120 euros en el plato de cada uno de sus invitados. «Agora a media do plato anda por sesenta euros, e moitos nin sequera queren banquete, prefiren un picoteo e logo ir de festa».

Y todo ello con una importante reducción en el número de invitados, lo que provoca que los salones del Ciprés, antes tan animados, estén ahora vacíos. «Hai cinco anos tiñas que chamar os fins de semana a vinte camareros; agora un ou dous é suficiente, e a verdade é que cos da casa dábamos feito». Porque esa es otra, Manuel Abal tiene 17 personas en plantilla, entre el Ciprés y el Acebo, y a veces están mirándose los unos a los otros, sin nada qué hacer. «E algún deles levan vinte anos aquí».

Y eso que en el Ciprés no subieron el precio del menú desde la llegada de la moneda única. «Nin un euro», asegura Manuel. Pero a él sí le subieron las facturas: la luz, el gas, el gasoil, los impuestos municipales... «A luz son 2.500 euros, e hai que tela encendida tanto se tes o salón cheo como se tes dúas persoas».

Competencia desleal

Y a todo ello se suma la competencia que sufren los restaurantes; los furanchos por una parte y las bodegas por otro. En el caso de los furanchos, los hosteleros están cansados ya de pedir una solución a la Administración. A base de vinos y tortillas por un módico precio, los restaurantes se quedan sin clientela. Y aunque no les afecte en las bodas, sí ocurre en otro tipo de ceremonias. «Ata fan primeiras comunións». Manuel no entiende ni siquiera el concepto de furancho en sí. «Din que é para vender os excedentes de viño, ¿e por que teñen excedentes? ¡Pois que non pranten tantas parras!». Y luego están las bodegas y los pazos que organizan bodas en sus salones. «Iso non pode ser legal. Se traballan como restaurantes, que paguen como restaurantes», sentencia.

manuel abal gerente del ciprés