Galicia ante el género total

FIRMAS

26 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Se precisan más de tres manos para contar el número de autores gallegos que en los últimos cuatro años han visto cómo sus obras se leían en francés, italiano, portugués, inglés o checo. Han llegado a ese público de forma subterránea, sin ruido, con sus carpetas bajo el brazo, convenciendo a editores, exponiendo proyectos, optando a becas o a concursos desaparecidos con los recortes... La presencia en Angulema es el mejor ejemplo. El cómic gallego no es una industria. Ni tan siquiera un movimiento uniforme: sus autores no comparten estilo, generación o inquietudes. Tienen en común talento, desparpajo y sinceridad. Y no precisan padrinos; lo intentó la Xunta, con aquellas mesas sectoriales que no sirvieron para gran cosa. Hoy, sin patrocinio público, la vida sigue igual. Siguen apareciendo nuevos talentos y siguen sorprendiendo a cada página, con retratos emocionales como los que firman Martín Romero o Lola Lorente, con momentos épicos como los de David Rubín o Emma Ríos, con personajes soberbios como los de Jacobo Fernández o Alberto Vázquez, con delirantes secuencias como las de José Domingo o Alberto Guitián, con bellas viñetas como las de Víctor Rivas. O con los nuevos caminos -empresariales o artísticos- que descubre Kiko da Silva. Galicia mira de frente al cómic, el género total, ese en el que el creador es todo: director de vestuario, guionista, iluminador...