Ferreñas, un lugar que derrocha encanto en Vilarmaior

CRISTÓBAL RAMÍREZ

VILARMAIOR

Cristótal Ramírez

Ofrece un espacio para disfrutar con los más pequeños

10 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Torres es un lugar en el Ayuntamiento de Vilarmaior, en la retaguardia del golfo Ártabro. Prácticamente lo conforma su iglesia y su zona de ocio, idónea para ir con los pequeños de la familia y que anden y se expandan sin tener a nadie cerca, algo muy importante en estos días.

El templo está puesto bajo la advocación de San Xurxo, obra barroca de cierta monumentalidad para encontrarse en una zona rural. Destaca la fachada, con una espadaña de dos niveles, ocupado el inferior por dos campanas.

Frente a él se alza un cruceiro muy nuevo, donado por el párroco a los vecinos en el 2014. Claro que el párroco ejerció como tal en Torres durante nada menos que 52 años, así que los lazos afectivos debieron de ser fuertes. Al lado, está la zona para los pequeños y un pabellón que es posible cerrar cuando proceda y que muestra que es posible levantar infraestructuras sin que la agresión vaya más lejos de lo lógico que implica toda transformación.

Desde Torres, mirando al norte, se ven a la izquierda las viviendas de Sobrado, y sobre todo una de ellas que destila nobleza a pesar de su estado más que preocupante. Si hay tiempo para meterse en esas pistas se comprobará cómo el feísmo no solo no ha entrado aquí sino que el lugar es una muestra de que sí es posible hacer las cosas bien por Galicia adelante, arquitectónicamente hablando.

Recorrido por el área

De camino hacia Armada, donde está la Casa do Concello, aparece una señal que indica que descendiendo -¡y descendiendo mucho y con pendiente!- por la pista de la derecha se va al molino y área recreativa de Ferreñas. La señalización es aceptable.

En el primer grupo de casas que se encuentra surge una bifurcación que lleva a la duda. A la izquierda sin coger ningún desvío. Así se llega a otra pista más ancha, y de nuevo con más señales, que permite cruzar el río Baxoi por el puente de Pico y girar inmediatamente a la diestra, para llegar sin problemas hasta el área recreativa, con bancos, mesas y zona para menores, que pueden andar por allí inspeccionando el lavadero y el molino (este, cerrado) sin más riesgo que el que resbalen y se mojen. La vuelta no es necesario que se haga por tan empinada pista. Se cruza de nuevo el puente de Pico y se sigue al frente, se desemboca en otra (Viaxe de Abaixo) y a la izquierda, y en Liboreo de nuevo a la misma mano para ganar Armada. No hay pérdida. Tampoco hay peligro de contagio de coronavirus en esos parajes tan naturales y tan poco frecuentados.