Refugios con alma y mucha historia para disfrutar del «turismo slow» en Valdoviño

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

VALDOVIÑO

Tras retornar a la tierra en la que se crio, Belén Fernández Vergara, nieta de los fundadores del emblemático restaurante El Gitano, ofrece estancias de ensueño en dos casas centenarias

15 feb 2023 . Actualizado a las 17:29 h.

Tras muchos años dedicada al cuidado de sus tres hijos, dar clases de español para extranjeros y trabajar como educadora canina en Oleiros, Belén Fernández Vergara decidió retornar a la tierra en la que se crio. Hace cuatro años ella y su marido compraron una casa con vistas a la playa de A Frouxeira —la misma en la que su madre vendía cucuruchos de percebes cuando era pequeña—, y casi sin darse cuenta, volvió a echar raíces en Valdoviño. «Al principio veníamos en verano y todos los fines de semana, pero este año ya me he quedado a vivir aquí », cuenta Belén, que es nieta de Andrés y Concha, los fundadores del legendario restaurante El Gitano, que ahora comanda su tío Paco.

No sabe si se debe o no a los genes, pero cuenta que siempre se sintió atraída por el mundo de la hospedería y el turismo. Y fue así como hace poco decidó lanzarse a la aventura y acompañar ese viaje de regreso a los orígenes con un ilusionante proyecto emprendedor: la apertura de dos viviendas de uso turístico en la zona rural de Valdoviño. Ella es la cara visible de los refugios ruales que promociona a través de la web casasruralesvaldovino: la casa de Castro de Crecente, en Loira, y la de Castro de Frádigas, en Pantín. Pero Belén insiste en el que el suyo es un «proyecto familiar», en el que también se han involucrado y tienen mucho que decir su marido, Pedro Rico, y sus hijos Pedro, Fernando y Javi.

¿Qué tienen de especial estas dos casas rurales? Las dos acumulan más de cien años de historia entre sus muros, ofrecen vistas de ensueño y hablan de su pasado a través de muchos de los objetos de los anteriores dueños. «Los he querido conservar porque son bonitos y me gustan, pero también porque forman parte del alma de las dos casas», apunta esta licenciada en Filología Alemana, que también ha aportado su toque personal con muebles adquiridos en anticuarios o rescatados de la calle que ella misma restaura «para darles nueva vida».

Próximas a un castro

Las dos casas comparten además su cercanía a los restos de dos castros —de ahí sus nombres—, pero cada una posee su sello personal. De la Casa Castro de Crecente, Belén destaca su enorme finca y sus cuidados jardines, que juntos suman más de 6.000 metros cuadrados, pero también su amplia sala de estar con lareira, su sala de billar o la tranquilidad que se respira en un valle donde el silencio solo se ve interrumpido por el mugido de las vacas o el canto de los pájaros.

Esta casa se inauguró en diciembre del 2021, y solo unos meses más tarde, el pasado verano del 2022, Belén y su familia ampliaron el negocio con la Casa de Castro de Frádigas, un refugio rural con impresionantes vistas sobre la playa de Vilarrube. Se la compraron a un ingeniero alemán afincado en Valdoviño desde hace más de cinco décadas y que hace años la rehabilitó «con sus propias manos». «Es una casa muy especial, porque fusiona el estilo rústico gallego con toques germanos muy funcionales, como el sistema de canalizaciones que ideó (el anterior propietario) para aprovechar el calor de la cocina de leña bilbaína y distribuirlo por toda la casa», explica Belén, que disfruta ejerciendo de anfitriona y siempre recibe en persona a sus huéspedes para darles la bienvenida y hablarles de las maravillas de su querido Valdoviño.

Hasta ahora, según cuenta Belén, la acogida de las dos casas ha sido excelente: «En verano tuvimos muchos huéspedes extranjeros y también de diferentes puntos de España, y ahora viene gente de toda Galicia, pero sobre todo de la provincia coruñesa».