Desde octubre, con Iria ya dada de alta como autónoma, han acudido al mercado de Moeche, una feria en Oza dos Ríos y otra en la Granja Labrada (en Grañas do Sor, Mañón), y el 6 de febrero estarán en Fene. También reciben encargos a través del teléfono o el wasap de gente que descubre su original bisutería y su contacto a través de las redes sociales (Facebook e Instagram), su principal vía de promoción, y venden en Wallapop. «Todo lo hacemos a mano, cada pieza lleva su tiempo, aunque repetimos modelos, como las meninas, que todo el mundo quiere», señala Iria.
La bisutería de As mans do avó destaca por el colorido y las formas. Emplean la resina para «proteger y evitar que se estropee la arcilla polimérica, que se cuece en el horno», y también para crear alguna pieza, mezclada con mica y policromada. Los precios van desde los ocho euros de los pendientes o los anillos más sencillos, a los 25 de los ojos vidales (ollomaos) que recogen en la playa. «La artesanía es muy difícil de remunerar, dedicas muchas horas», constata. A ella le gusta y para su padre representa «una ilusión». En menos de cuatro meses han logrado que el proyecto «sea autosuficiente», y no aspiran a mucho más, al menos de momento.