Los cámpings de Ferrolterra recobran el pulso con un aumento de las reservas

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

El cámping Valdoviño, la primera instalación de este tipo que se montó en Galicia, ayer por la mañana
El cámping Valdoviño, la primera instalación de este tipo que se montó en Galicia, ayer por la mañana CESAR TOIMIL

Los gallegos son la clientela principal de estas instalaciones, cuya actividad sigue condicionada por el tiempo y la pandemia

23 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los cámpings de la comarca recobran, poco a poco, el pulso, con índices de ocupación que oscilan entre el 30 y el 50 % en junio, «un mes que no suele ser de gran afluencia», como señala Delfín Fidalgo, propietario del cámping Valdoviño y presidente de la asociación gallega de este tipo de establecimientos. Este empresario se muestra cauto, pero admite que, «si no se presenta ningún problema, el año no será malo». Así lo indica el volumen de reservas, elevado para los meses de julio y agosto. «Pero este año es complicado, nunca se sabe qué pasará; si se presenta un brote y hay un cierre perimetral se va a sufrir», insiste Fidalgo.

La mayoría de los clientes son gallegos, a diferencia de lo que ocurría antes de la pandemia. «De momento no está llegando gente del extranjero y eso es un hándicap, esperamos que a partir de julio empiecen a entrar, depende de las exigencias de España y del resto de países», indica Fidalgo. En su cámping, en verano solían alojarse «alemanes y belgas, dos mercados importantes, pero de momento, cero». «Vivimos en aguas movedizas», resume el fundador del primer cámping de Galicia, en alusión a la incertidumbre persistente.

Acampar por primera vez

En el cámping Fragadeume, al pie del parque natural, en el municipio de Monfero, llevan varios fines de semana con actividad. «Para San Juan también tenemos bastantes reservas, igual que de cara al verano. Casi todos los bungalós [disponen de 11] están ocupados ya para agosto y alguno también para julio», señala Juan Carlos Tarazona, propietario del negocio. Casi todos los usuarios son gallegos. «Básicamente es así, gente de la comunidad, que en su vida había ido de acampada y ahora sí han optado por este tipo de alojamiento por seguridad», detalla.

La presencia de foráneos, hasta ahora, ha sido testimonial, con «unos ingleses y unos suizos, que venían en autocaravana». Nada se sabe, de momento, de los holandeses, que durante años elegían este establecimiento para sus vacaciones. Tarazona confía en que la meteorología permita abrir la piscina el día 25, tras unos días de lluvia, factor con gran influencia en este sector. «Hay gente que acordó la estancia por el mal tiempo», apunta Eliseo Carballeira, uno de los responsables de la gestión del cámping municipal de A Lagoa, en Valdoviño.

El 90 % de los usuarios de esta instalación son gallegos. «Va mejor que el año pasado, hemos tenido más gente y hay más reservas, aunque están en el aire [en función de la evolución de la pandemia] y más llamadas, se ve más movimiento», reconoce Carballeira. De los comentarios de sus clientes concluye que «la gente busca espacios abiertos, amplios, en los que se sienta seguro». Es el caso de A Lagoa, con glámping y parcelas para tienda o autocaravana, con una superficie mínima de 60 metros cuadrados.