Los cámpings de Ferrolterra arrancan al ralentí y con los ojos puestos en el verano

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

VALDOVIÑO

Una familia de Lugo instalaba ayer su caravana en el cámping Valdoviño, donde la dejarán hasta julio
Una familia de Lugo instalaba ayer su caravana en el cámping Valdoviño, donde la dejarán hasta julio CESAR TOIMIL

Varias instalaciones empiezan a funcionar sin servicios comunes por seguridad

28 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La temporada de los cámpings arranca con la Semana Santa, como solía ocurrir antes de la pandemia, pero este año lo hace al ralentí. «Estamos abriendo con menos del 50 % de los servicios, ni restaurante, ni supermercado, ni piscina... Solo los bungalós, los apartamentos y el espacio para caravanas o autocaravanas, todo con una prudencia tremenda, la que requiere el momento», explica Delfín Fidalgo, presidente de la Asociación Galega de Cámpings y propietario del primero que se instaló en Galicia, en Valdoviño, hace ya más de 60 años.

«Desde el punto de vista personal y como presidente de la asociación, creo que tenemos que buscar la máxima seguridad, pero pensando en el verano, en estar funcionando con todas las instalaciones a partir del 1 de mayo», recalca este empresario. Han recibido varias llamadas para reservar plaza en el cámping Valdoviño, «pero sin confirmación, porque todo es muy incierto y no se sabe si puede haber cierres perimetrales», indica.

Las restricciones condicionan la actividad. «Primero, porque solo se puede mover la gente de la comunidad autónoma, y después el toque de queda, que no puede haber reuniones de no convivientes... Tenemos que adaptarnos todos, y que los clientes cumplan», recalca Fidalgo. En el cámping A Lagoa, también en Valdoviño, corroboran «la indecisión de la gente». «Llaman, pero no lo tienen claro», apunta Eliseo Carballeira, uno de sus responsables. Este establecimiento solo estuvo cerrado durante el confinamiento y ahora confía en captar algo de clientela. «La ventaja es que pueden venir a las tiendas de glámping, con autocaravana o con su propia tienda, y que estamos rodeados de playa y naturaleza, por donde se puede pasear libremente», destaca. La cafetería entrará en funcionamiento el lunes.

La proximidad al parque natural constituye la gran baza del cámping Fragadeume, en Monfero, que acaba de comprar una familia mexicana. «Abrimos para el puente de San José y tuvimos ocupados cuatro bungalós y algunas caravanas. Para Semana Santa hay varias reservas, falta ver si no cambia la situación y hay cancelaciones», comenta, cauteloso, Juan Carlos Tarazona, con experiencia en la gestión de este tipo de negocio en California. Mary Carmen Lago, gerente del cámping As Cabazas, de Ferrol, ha decidido no abrir por la dificultad de las restricciones.

El turismo rural gana la partida a los hoteles urbanos

Las casas de turismo rural parten con ventaja en este irregular inicio de temporada. Varios establecimientos han decidido permanecer cerrados, por la incertidumbre derivada de la pandemia. Para los que sí han optado por retomar la actividad, las perspectivas son buenas. El hotel de naturaleza Semáforo de Bares (Mañón) tiene casi todo completo durante la Semana Santa, igual que El Castaño Dormilón (en O Baleo, Ortigueira, regresa el día 31) o los apartamentos de O Plantío, situados en Espasantes, igual que la casa rural Penaquente. Esta última reabrió sus puertas en el puente de San José y se llenó. «Para este fin de semana y para el resto de la Semana Santa ya poco queda por ocupar», aseguraba el viernes la propietaria, Irene Soto Ramos.

El hotel A Miranda (Feás, Cariño) volverá a operar desde el martes y la casa Muíño das Cañotas, también en Cariño, se adelantó al puente de San José, con lleno, como prevén para los próximos días. «Cumplimos las normas estrictamente, pero nos preocupa cómo evolucione la situación. Todo es muy de última hora, porque la gente nunca sabe si finalmente va a poder venir o no», explica el gerente, Vicente Díaz. En la casa rural Pantín (Valdoviño) tenían todas las habitaciones reservadas, pero se cancelaron por las limitaciones a la movilidad. «Para el verano ya tenemos todo completo, pero no sabes lo que puede suceder», admite el dueño, Juan Souto.

Los negocios urbanos sufren más los efectos de la pandemia. En Ferrol están abiertos el Gran Hotel o el Parador, y permanecen cerrados el Valencia o el Carrís Almirante. Gonzalo Jiménez, director del Gran Hotel, constata el efecto del cierre de la comunidad: «Dentro de Galicia no se prevén grandes desplazamientos. Pienso que la gente va a esforzarse para salvar el verano, esa es la expectativa», apunta. Sí han notado un repunte, en las últimas semanas, de los huéspedes de negocios. «Pero nos da miedo que se cierre algún país, porque la industria naval mueve a muchos extranjeros», señala. Jiménez también dirige el hotel Valencia, cerrado desde el 22 de noviembre. Reabrirá el 5 de abril.

En el Parador, las reservas para la Semana de Pasión rondan un tercio de su capacidad. «Una Semana Santa normal, si tuviéramos dos paradores los llenaríamos. Esta vez no, si llegamos a media ocupación ya lo daríamos por bueno», reconoce el director, José Antonio Cedena. Disponen de una oferta especial para residentes habituales en Galicia, por 67 euros la noche (solo alojamiento, en habitación doble) y 85 con desayuno.