Los cámpings resisten sin alegrías

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

VALDOVIÑO

Instalaciones del cámping Valdoviño, que se resintió en julio de la ausencia de turistas extranjeros ligados al surf
Instalaciones del cámping Valdoviño, que se resintió en julio de la ausencia de turistas extranjeros ligados al surf CESAR TOIMIL

Las instalaciones de playa y bungalós han funcionado mejor de lo previsto y las más dependientes de la clientela extranjera se han resentido más

31 ago 2020 . Actualizado a las 10:21 h.

El balance de la temporada en los cámpings de la provincia es dispar. «No son las cifras del año pasado, de eso nos hemos olvidado, pero se han salvado algo los muebles, quedó una silla por ahí, pero los armarios se salvaron», resume Delfín Fidalgo, presidente de la Asociación Galega de Cámpings y propietario de la primera instalación de este tipo que se montó en Galicia, en Valdoviño, hace seis décadas. «En mayo, la situación era de dudas, de si apertura sí o no; y en estos meses se ha recuperado en algunas zonas, en otras no tanto, Santiago ha sufrido bastante», señala.

«La realidad es dura, es lo que toca. Quizás en Galicia se esperaba un año peor, no es bueno, pero el que llega al 70 o el 80 % no está mal, y hay zonas que están en esos porcentajes y han salvado los muebles. Santiago es distinto, igual que tiene otras ventajas en otros momentos», apunta Jesús Asorey, al frente del cámping As Cancelas, en el centro de la ciudad compostelana. En el otro extremo se sitúan las instalaciones de A Mariñana, en Moruxo (Bergondo). «Aquí hay 32 bungalós, y más que hubiéramos tenido, mandamos a mucha gente a otros sitios», reconoce la dueña, María Luisa Quintián.

Algunos han estado completos

La mayoría de los clientes, de la ciudad de A Coruña, «han sido los de siempre, aunque también ha habido algunos nuevos, como dos familias que se juntaron en un bungaló porque sus hijas son amigas», explica esta empresaria. Este año se ha sumado gente de Ourense, Madrid o de la montaña de Lugo. «En agosto hemos tenido todo completo y en el mes de julio también se trabajó muy bien, y ya tenemos algunas reservas para septiembre, estaremos abiertos hasta el 15», destaca. «Lo peor -cuenta Quintián- es que la gente no respeta las normas, ni el uso de mascarilla ni la prohibición de fumar, pasan de todo. Hemos tenido que andar encima y alguno te contesta».

La seguridad ha sido la mayor preocupación de los empresarios del sector este verano. «Si surge un problema nos puede llevar al deterioro del sector, hemos pasado una prueba difícil, y aún nos queda septiembre. Los clientes han agradecido quedarse en las instalaciones», subraya Fidalgo. El cámping que regenta, Valdoviño, se resintió en julio por la ausencia de turistas extranjeros ligados al mundo del surf. «Representaban un porcentaje muy alto, y todo fueron cancelaciones; pero los que estamos pegados al mar lo hemos solucionado con el turismo nacional», comenta.

«Nin franceses, nin alemáns»

Pero no todas las instalaciones próximas a la playa han logrado los mismos resultados. «O verán foi escandaloso, sempre tivemos clientela europea, franceses [tiña unha clientela moi boa, recomendábanme na Guía Routard e viñan moitos despois do Tour], e fallaron, e fallaron os alemáns, e agora andaremos sobre o 15 % de ocupación», se lamenta Manuel Martínez, dueño del cámping Playa de Leis, en Muxía. «É incrible, houbo máis xente en xullo, fixo mellor tempo, en agosto ata tiven temporal que me tirou as tendas. En 30 anos, no mes de agosto sempre estivo ao cen por cen, con todas as parcelas cheas, e hoxe un 70 % están libres... O que máis fastidiou foron os estranxeiros, nin un italiano, nin un portugués...», abunda.

Aun así, «dos bungalós non hai tanta queixa, pero á hora de comer, nada, estragas canto fas». Martínez tiene claro que «polos cartos non podes abandonar a saúde». De ahí que haya restringido la entrada a los bungalós: «Se me din que son oito persoas, como xa me pasou, se non é familia dígolles que non, porque o que veñen é a facer botellón».

Los huéspedes comparten la preocupación por la crisis sanitaria. «La gente te pregunta por las medidas antes de nada, muchos por correo; hemos tenido los bungalós en cuarentena un día entre reserva y reserva para poder lavar los edredones, las fundas, todo, e higienizar las paredes y los suelos de todas las estancias», detalla Olga Balado, responsable del cámping Fragadeume, en Monfero. «La carga de trabajo -subraya- ha sido mayor que otros años, pese a que nunca permitimos más de 80 personas, cuando solían ser cien o más».

Quejas por las autocaravanas

En el balance de la temporada, el presidente de la Asociación Galega de Cámpings no quiere dejar pasar «el problema que existe con las autocaravanas, que en unos ayuntamientos han gestionado bien y en otros no, y que en general no se ha controlado». «Me preocupa desde el punto de vista sanitario y también económico -reconoce-, porque todos los cámpings tienen espacios específicos para autocaravanas y han estado pernoctando en miradores o junto a las playas, mientras los cámpings estaban vacíos. No entra en el sentido común, ni por un tema sanitario ni por la protección de la naturaleza».