Francisco Javier Martínez Cortizas, de 47 años, es guardia civil con destino en el puesto de San Sadurniño. «Nuestra labor de garantizar la libertad y la seguridad de los ciudadanos se vio ampliada con el COVID-19, y ahora nuestro cometido está enfocado en ayudar a la gente y a hacer una labor casi pedagógica», manifiesta. En su trabajo diario figuran los controles de acceso a los núcleos urbanos de San Sadurniño, Moeche y As Somozas, que son los municipios que forman parte de su demarcación, pero también abarcan Valdoviño y Cedeira, y los polígonos industriales. Según apunta, no suele haber gente que se salte el confinamiento y explica que en esas zonas es normal que los matrimonios mayores vayan juntos a los controles médicos y aprovechen para ir al banco y hacer la compra. En cuanto a su esposa e hijo, explica: «Yo tomo precauciones, en casa utilizo una habitación y un cuarto de baño solo para mí, mientras dure esto».