La hostelería de la comarca de Ferrolterra renace

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

PONTEDEUME

Terrazas llenas en el centro de Ferrol, esta primavera
Terrazas llenas en el centro de Ferrol, esta primavera CESAR TOIMIL

Tras más de un año de supervivencia, los locales, alguno cerrado desde el inicio de la pandemia, retoman la actividad, con buenas expectativas para la campaña estival

05 jul 2021 . Actualizado a las 17:03 h.

Hay algo de renacimiento cuando se viene de más de un año de supervivencia, como le ha ocurrido a la hostelería de la comarca. Los locales que han subsistido, alguno cerrado desde el inicio de la pandemia, retoman la actividad, y lo hacen con buenas expectativas para la temporada estival. «Hablo con muchos compañeros y todo el mundo está animado, se respiran ganas de salir y compartir, y Pontedeume se presta, va a ser un verano muy bueno», vaticina Carlos Regueiro, propietario del restaurante La Pitanza, que regresará el miércoles, tras unos días de vacaciones.

El hostelero eumés no se queja: «Reabrimos cuando había que cerrar a las seis de la tarde [...]. Nos fue bien, llevamos 17 años y tenemos un bagaje bueno». En invierno sirvieron comida a domicilio y piensan «darle un impulso» al servicio tras el verano. En Casa Capellán, en Monfero, ni siquiera se plantearon ofrecer platos para llevar. «É un núcleo de poboación moi pequeno e non van vir buscar un menú de Pontedeume, a doce quilómetros», esgrime Marisa Varela, responsable del establecimiento, que solo paró cuando fue obligatorio.

«Aguantamos porque o local é noso, non pagas un aluguer, e o meu soldo como copropietaria non se conta -remarca-, o ERTE [expediente de regulación temporal de empleo] para os empregados foi un alivio». Ya se ve gente por la zona, vecinos que vuelven y turistas. «É unha satisfacción ver que veñen ano tras ano [muchos, adrede, para degustar la carne de vaca vieja]. Somos una taberna de aldea con catro empregados, non é fácil, andas coa corda frouxa todo o ano».

CESAR TOIMIL

Chelo Varela, restaurante Badulaque (Cedeira): «Ya tenemos reservas para finales de agosto»

Con Ferrol o A Coruña aisladas, Chelo Varela, coruñesa asentada en Cedeira, en noviembre optó por bajar la persiana del Badulaque, el restaurante que regenta con su marido, el cedeirés Manuel Ramonde. Y no volvió a levantarla hasta el 2 de junio. «Con la gente del pueblo no podemos vivir todos, sobre todo los locales grandes, como el nuestro, con ocho trabajadores fijos», indica. Confiesa que, «anímicamente, fue durísimo; no te lo tomas como unas vacaciones, le das vueltas a la cabeza a ver cuándo te va a compensar abrir». En Semana Santa lo descartó, «porque con cuatro personas por mesa era imposible». Aun ahora, con seis en el interior, «la rentabilidad baja».

  Al 50 % de capacidad, el Badulaque admite 95 comensales dentro. «Todo el mundo quiere comer en la terraza, porque no hay límite de personas por mesa y porque aún no está la gente muy tranquila, eso que tenemos mucho espacio», comenta. El verano pasado funcionaron por turnos, pero este año ha desechado esa opción: «A la gente le apetece estar en la mesa y comer con calma». Ni siquiera se planteó la posibilidad de preparar comida para llevar: «Eso supondría volver a la actividad y al abrir la puerta [el negocio] es como una máquina tragaperras». Con una clientela «muy fiel», después de 19 años de trayectoria, destaca la cantidad y la antelación de las reservas: «Ya tenemos para finales de agosto para dos personas. Es llamativo. La gente está preocupada por si tendrá sitio». Chelo no las tiene todas consigo sobre la evolución de la pandemia, pero a sus clientes los ve «contentos, con muchas ganas de disfrutar».

Beatriz Mariña, restaurante La Marina (Porto de Bares): «Tengo miedo, pero decidí abrir porque este es mi medio de vida»

Beatriz Mariña (Porto de Bares, 39 años) reconoce que el de 2020 fue «el mejor verano» de su vida, al menos desde jovencita, cuando ya empezó a echarles una mano a sus padres en el negocio familiar: «Disfruté de los niños, de la playa... me vino muy bien el paréntesis». La actividad en el restaurante La Marina cesó el 12 de marzo del año pasado y se reanudó el viernes, 2 de julio. «La principal razón era por mis padres y mi padrino [que falleció recientemente]. Pensaba abrir en julio de 2020, pero al confinar Viveiro ya nada», repasa. Como encargada del local, con tres hijos, resistió tantos meses gracias «al ahorro de la cuarentena», otro trabajo, el empleo de su marido y la ayuda de su familia. «Apagué las neveras y los congeladores, y tener cerrado casi no nos suponía gasto porque vivimos aquí [el restaurante y el bar están integrados en la vivienda]», señala.

 «Tengo miedo e incertidumbre, pero decidí abrir porque ya hay mucha gente vacunada y adaptada a la nueva normalidad, y porque este es mi medio de vida», apunta. Eso sí, con nuevo horario, de 12.00 a 17.30 y de 20.00 a 1.00, con menos mesas de las permitidas, «por falta de personal para atenderlas», y con la intención de trabajar, sobre todo, «bajo reserva». La pandemia les obligó a aplazar la celebración del centenario de La Marina, en 2020.

Mari Carmen Castro, bar Cuatro Caminos (Mugardos): «Dedicámonos de sempre á comida para levar, e agora máis ca nunca»

Mari Carmen Castro (Ares, 58 años) lleva dos años y medio al frente del bar Cuatro Caminos, en Mugardos. «Nós non damos comidas, é un bar moi enxebre, de xente de sempre, moi caseiro. Facemos callos, tripas, tenreira e rape para levar. Sempre nos dedicamos a isto, e agora, coa pandemia, máis ca nunca», detalla esta cocinera, con más de tres décadas de experiencia.

Para la empleada recurrió a un ERTE, y ella no salió de los fogones ni cuando tuvo que cerrar el bar. «Moita xente recorría a nós porque non tiña maneira de comprar ou cociñar, e tamén viñeron moito para comidas familiares, e seguen vindo porque os aforos nos restaurantes aínda son limitados», cuenta. «No medio do mal -admite-, fomos aguantando, non me podo queixar».