La larpeira y el manguito miran de reojo a la proia en las mesas de Pontedeume

a. f. c. PONTEDEUME

PONTEDEUME

JOSE PARDO

En la panadería Patricio se elaboran estos tres dulces típicos de la villa, muy apetitosos y dispares en aspecto y sabor

16 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay quien ni siquiera conoce el manguito, que ha resurgido en los últimos tiempos, dispuesto a competir con la larpeira y la proia en las mesas dulces de los eumeses. «É un biscoito de améndoa, igual ca unha biscoitada, pero substituíndo unha parte da fariña por améndoa, o que lle dá outra textura e outro sabor», explica Carmen Varela Martínez, propietaria de la panadería Patricio, que solo lo elabora para los fines de semana (o por encargo). El manguito, en realidad, tiene forma de roscón -en piezas de unos 700 gramos, que también se venden en trozos de menor tamaño- y carece del prestigio de la proia, «o máis típico de Pontedeume», remarca Carmen, junto con los almendrados y la costrada (en salado).

Una ración de manguito resulta suficiente para la mayoría de los paladares. No sucede lo mismo con la larpeira, que también reivindica su espacio en las mesas de los eumeses a la hora de los postres o en la merienda. «É a bola de ovo do patrón de toda a vida, en cada sitio ten o seu punto [en Ortigueira es uno de los productos de pastelería más apreciados]», indican en la confitería Patricio, de cuyo obrador salen larpeiras con destinos diversos. «É fixa das fins de semana e dos días festivos, e cando sae ben está moi rica; a xente que vén aquí de vacacións de verán ou pasar uns días noutro momento do ano, cando marcha leva o que máis lle gusta, que normalmente é a larpeira... e tamén as empanadas», apunta Carmen.

La confitera desmiente algunos prejuicios existentes en torno a la larpeira: «Non é moi doce, porque o azucre lévao por riba, non por dentro, pero é unha bola jugosa [dividida nunha especie de cadradiños] e que non empalaga. Cómese a calquera hora, para almorzar, de postre ou na merenda», abunda. La manteca de vaca y la mantequilla son otros dos ingredientes fácilmente perceptibles al degustar la tradicional bolla de huevo o de patrón. La pastelera eumesa insiste en el exquisito sabor de este producto, «iso si, se lle colles ben o punto».

Quienes prueban, repiten, y los más golosos reinciden con facilidad. A Enrique Jumilla, un jubilado alicantino que veranea en Ortegal, le pierde la larpeira: «Siento devoción, solo con verla salivo y me imagino mojándola en leche bien fría. Y aunque pasen tres o cuatro días, la sigo saboreando». Menchu Urbieta, donostiarra afincada en Salamanca, viaja con frecuencia a la comarca del Eume. Esta sexagenaria confiesa «un pecado»: «El mío es la proia, hay que disfrutarla sin pensar en calorías, y después, darse un buen paseo por las Fragas».