Los taxistas de Pontedeume resisten

A. F. C. PONTEDEUME / LA VOZ

PONTEDEUME

ESTEVO BARROS

Llegaron a ser 22, hoy quedan 16 y al municipio, por población, le corresponderían tan solo ocho licencias. La demanda ha caído, pero aguantan con la clientela local

30 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

José Ramón Barbeito, de los más veteranos de la parada de taxis de Pontedeume, evoca los buenos tiempos de los astilleros: «Había muchos extranjeros, escoceses, ingleses, americanos... Muchos vivían de alquiler en Pontedeume mientras duraba la construcción del barco y trabajábamos muchísimo, no tenían problemas de dinero y lo gastaban, venían con apuntes de restaurantes de la zona, los buenos, los caros, para que los lleváramos». Este ferrolano de 49 años (28 de taxista) recuerda la época del servicio militar obligatorio: «Muchos lo hacían en la Marina y los viernes, los sábados y los domingos venían de fiesta, y entre las ocho y las nueve de la tarde y la hora tope que tenían para volver a entrar en el cuartel era un ir y venir constante, porque entonces Pontedeume tenía mucho auge».

La crisis del naval y la desaparición de la mili han perjudicado a los taxistas eumeses. Llegaron a ser 22, hoy quedan 16 y al municipio, con poco más de ocho mil habitantes, le corresponderían tan solo ocho licencias (la Lei de Transporte Público de Persoas en Vehículos de Turismo de Galicia estipula una autorización por cada 1.100 vecinos en concellos de menos de 20.000 empadronados). Carlos Sánchez, eumés de 41 años, lleva casi media vida al volante. «Los sábados, el trabajo ha cambiado un 80 %; antes, desde las diez y media o las once de la noche no parabas hasta las siete de la mañana, había movimiento continuo, ahora son muy flojos. Venía gente de toda la comarca, Pontedeume estaba de moda», relata. La desaparición de la discoteca Coliseo influyó, pero la actividad del sábado también ha caído durante el día. «Antes del cierre del mercado, la mañana era buena, eso nos ha perjudicado, igual que el bajón del feirón». Ahora les queda el verano -«es la temporada de más gente y más servicios»- y el día a día, con las carreras a los hospitales (Ferrol) y, en menor medida, a los aeropuertos de A Coruña o Santiago. Y los viajes con los clientes habituales desde las aldeas, Cabanas y zonas próximas.

«Aquí funciona el boca a boca»

«En la parada apenas estoy, aquí funciona el boca a boca, un cliente te recomienda a otro», indica Ramón. «Cada uno se busca la vida», abunda Carlos. Reconocen que Pontedeume es una plaza tranquila y, a diferencia de las ciudades, no sufren la competencia de los VTC (Vehículos de Turismo con Conductor). «Aquí los hubo toda la vida, coches de alquiler guardados en garajes», apunta Ramón. Cansado del oficio, vaticina «que Uber o Cabify o lo que sea, también llegarán aquí»; y pone deberes al colectivo en Pontedeume: «El sector está anticuado, hay tecnologías nuevas que la gente demanda, todo el mundo tiene teléfono móvil y quieren llamar al taxi y pagarlo a través de una aplicación».