La falta de mano de obra condiciona el crecimiento de la producción hortícola en Ferrolterra

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

La nedense Bárbara Rivera, responsable de Agronuquel, con los dos burros que ha comprado para realizar algunas labores en la huerta
La nedense Bárbara Rivera, responsable de Agronuquel, con los dos burros que ha comprado para realizar algunas labores en la huerta CEDIDA

Los agricultores ven mercado, sobre todo para cultivos ecológicos, pero pocos se atreven a ampliar la plantación, en parte por la dificultad de contratar personal

17 ene 2022 . Actualizado a las 18:03 h.

Quique Fojón (Couzadoiro-Ortigueira, 1985) parafrasea a Elia Rodríguez y a su marido, Vicente Méndez, pioneros del cultivo ecológico en Galicia, con la explotación As Fadegas, en Ribadeo: «Na horta, as cousas, aínda facéndoas ben é difícil que saian ben. Para canto máis se non se fan ben». Fojón define su oficio, el de agricultor, como «unha forma de gañarse a vida e de vivir», más que un trabajo. Tal vez ahí surja una de las dificultades para encontrar mano de obra, al tratarse de una actividad condicionada por las horas de luz —«no inverno trabállase moito menos que no verán»— y la estacionalidad de las plantaciones. No es fácil encontrar personal, y mucho menos gente formada, para este tipo de labores.

«Este é un sector que, aínda que pareza que non, require certa cualificación. Non todo o mundo saber recolectar [hortalizas o verduras] no seu punto nin ten a fortaleza física para aguantar unha xornada», explica. Pero Fojón remarca que este problema no es nuevo: «O sector primario sempre estivo limitado pola man de obra, agás en campañas puntuais para as que se contratan temporeiros... é algo intrínseco ao rural, non hai tanta xente». En su caso, ni siquiera se plantea incrementar la plantación (cultiva 5.000 metros cuadrados al aire libre y 600 en invernadero), aunque ve mercado para más producción. «Hai moitas posibilidades de ampliar, pero eu non estou disposto a facelo, entre outras razóns porque quero seguir sendo agricultor, e no momento en que pasas a ter xente contratada xa es máis xestor», apunta.

Este ingeniero forestal lleva varios años dedicado a la agricultura ecológica, igual que Cynthia Arias (As Pontes, 1988), que puso en marcha, hace un lustro, la explotación Bieiteiras (hasta hace poco era Aleira) en la parroquia de O Aparral. Ella y su pareja se ocupan de cultivar la hectárea de huerta exterior y los dos mil metros cuadrados de invernaderos. «Xa se fai duro, se só botas patacas, tomates e leitugas non é o mesmo, pero cando plantas de todo, como é o noso caso, dá moito traballo», indica. Cara al próximo verano, planean echar mano de un temporero.

De momento, Arias ha decidido contratar un servicio externo de asesoramiento que les ayude a encontrar la mejor fórmula de producir, que «ao mellor» pasa por aumentar la superficie de cultivo. «Cando estiven en Irlanda de prácticas, nunha granxa na que levaban máis de vinte anos dicían que ti tes que atopar o teu sistema, que será distinto ao dos demais por moitos motivos: o clima, as ferramentas que usas, se traballas á man ou de xeito máis mecanizado...», comenta. En Bieiteiras disponen de dos tractores (uno casi a punto de jubilarse) para la faena al aire libre y motocultor, para el interior, y cuentan incluso con una moderna herramienta para eliminar «as herbas malas», una de las pesadillas de los productores ecológicos, aunque el exceso de humedad del suelo complica su uso.

A Bárbara Rivera (Neda, 1987), responsable de Agronuquel, no le compensa adquirir un tractor. «Tenerlo todo el año supone un gasto grande y no merece la pena. Antes contrataba uno para algunas tareas, pero ahora tengo burros y así salgo del paso, igual me ayudan a arar la tierra que a llevar el abono en el carro, en vez de ir con carretillas», señala. Pascual llegó hace un año a la huerta de Rivera, repartida entre Fene y Neda. Poco después lo hizo Irene, y ahora ya tiene dos borricos jóvenes (del macho se deshará en breve). Los asnos se han convertido en una «ayuda grande» en el día a día de esta explotación: «Los vecinos, al principio, flipaban. Cada vez que vienes [los animales] parecen una sirena, y si te vas sin darles un trozo de pan... ¡la que te arman!».

La comercialización

Esta horticultora ecológica, que abrió una tienda en Fene hace casi un año para canalizar el excedente de producción, contrató hace tiempo un empleado. «Tengo a mi madre en la tienda y un chico en los invernaderos. Es difícil encontrar personal cualificado. Por trabajo necesitaría dos personas más a jornada completa, pero tampoco puedes ir al límite [económicamente]», dice.

Fojón y Arias tratan directamente con el consumidor final, con reparto a domicilio, y acuden a los mercados locales, mientras que Rivera, con unos 3.500 metros cuadrados de finca (al aire libre y en 14 invernaderos) compagina la venta sin intermediarios con el suministro a Gadisa (para sus supermercados de Galicia o León) y a pequeñas tiendas, además de su propio local.