Mar de Ardora participa en el proyecto Neurofoods, que investiga los compuestos bioactivos de las verduras del mar para elaborar alimentos funcionales
09 jun 2019 . Actualizado a las 11:28 h.Las algas carrapicho, musgo de Irlanda, pistilata, percebe y bifurcaria, abundantes en la costa de Loiba, forman parte de un proyecto de investigación de la conservera Mar de Ardora, con sede en Ortigueira e integrada en la sociedad Algamar, y la Universidade de Vigo (UVI). El objetivo es «identificar y extraer los compuestos bioactivos [beneficiosos para la salud] que ya sabemos que poseen las algas, y que se están utilizando en la industria farmacéutica o cosmética, porque la potencialidad de estas sustancias para elaborar alimentos funcionales es muy alta», explica Sergio Baamonde, responsable técnico de Algamar y cofundador de Mar de Ardora.
¿Qué es un alimento funcional? Un producto que, además de sus propiedades nutritivas, tiene un beneficio para la salud o reduce el riesgo de sufrir alguna enfermedad. ¿Qué aportan las algas? «Compuestos bioactivos con capacidad antioxidante, antiinflamatoria, neuroprotectora y antitumoral, y relacionados con la potenciación y el desarrollo neurocognitivo [percepción, memoria, atención o aprendizaje]», detalla Baamonde. Las verduras del mar contienen polifenoles, carotenoides, polisacáridos, esteroles, proteínas, ácidos grasos poliinsaturados o vitaminas.
Algas, castañas y hongos
El proyecto se denomina Neurofoods y está subvencionado por la Axencia Galega de Innovación (GAIN) y la Consellería de Economía, Emprego e Industria. También colaboran la Universidade de Santiago de Compostela; el centro de biotecnología Hifas da Terra, especializado «en el desarrollo de nutracéuticos a partir de hongos medicinales»; Cuevas y Cía S. A., fundadora de la primera fábrica de marrón glacé (castañas glaseadas) en España; y la Fundación Foltra, con un centro de rehabilitación neurológica en A Coruña.
Trece especies del litoral gallego
Baamonde, licenciado DEA en Biología por la UDC, coordina la parte del proyecto que implica a la UVI y a Algamar. Ya han comenzado a recolectar muestras de 13 especies de algas, procedentes de poblaciones naturales del litoral gallego, entre ellas las cinco mencionadas de Loiba. La selección se ha hecho a partir de un estudio bibliográfico sobre las especies que, «en el campo de la investigación médica y farmacéutica, ya han demostrado poseer sustancias o componentes de naturaleza bioactiva, o con una alta potencialidad».
De las 13 candidatas se elegirán finalmente las más idóneas. Para los experimentos parten de algas en diferentes formatos (deshidratadas, frescas, etcétera) y para extraer los compuestos bioactivos utilizan técnicas variadas, «desde maceraciones a otras no convencionales, como altas presiones, microondas, ultrasonidos o fluidos supercríticos», señala el biólogo. Así hasta dar con el sistema óptimo para lograr el máximo aprovechamiento.
El trabajo de laboratorio consiste en «caracterizar, identificar, separar y purificar los compuestos de mayor actividad biológica relacionados con el desarrollo, la potenciación, la protección y la preservación neurocognitiva». Después tendrán que estudiar «in vivo [dentro de un organismo] la actividad biológica» para incorporar finalmente esos compuestos en un alimento, «el neurofood con capacidad funcional».
Saludables y apetitosos
Baamonde reconoce la dificultad del paso final, «no solo porque hay que conservar la funcionalidad de los compuestos bioactivos, sino por el desarrollo de un alimento con calidad nutricional y características organolépticas y de textura óptimas». Además de resultar funcional, «tiene que estar bueno para que al consumidor le guste». Algas, hongos y castañas serían las otras materias primas con las que se prepararían esos alimentos, que producirían las tres empresas involucradas en esta iniciativa.
Destacan los efectos antioxidantes, antiinflamatorios, neuroprotectores y antitumorales