Adiós a 72 años del Ciclón de Ortigueira

A. F. C. ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

I. F.

María Bouza abrió el local en 1947, entonces como tienda, y el domingo cerró este céntrico café bar por la jubilación de Gregorio Iglesias, tras más de 45 años de trabajo

23 ene 2019 . Actualizado a las 16:55 h.

Ortigueira vive con pesar indisimulado y morriña el cierre, el domingo por la tarde, del Ciclón, el café bar situado en la Travesía da Alameda, «no corazón da vila», como apunta un cliente. En el toldo de la fachada figura la fecha de apertura del negocio, 1947, por lo que este año cumple 72. «Inicialmente era una pequena tenda, que servía alimentos e bebidas, e estaba a cargo de María Bouza, coñecida como María do Baleo, polo lugar de procedencia [en la parroquia de Ladrido], unha señora que recorría tamén as feiras da comarca vendendo queixos e outros produtos», cuenta el farmacéutico y presidente de la Asociación Cultural Terras do Ortegal, Xosé María Torres.

La fundadora del establecimiento y su marido lo transformaron en los años 70 para crear «unha cafetería moderna». Fue entonces cuando comenzó a ayudarles como camarero Gregorio Iglesias, «un chaval de 13 ou 14 anos, fillo dun dos empregados do antigo Feve [ferrocarril de vía estrecha] ou das empresas que construíron a vía do tren, procedente dun pequeno pobo de Valladolid, na comarca de Terra de Campos, no límite coa provincia con Zamora», relata Torres. «O matrimonio [María y su esposo], que non tiña fillos, tratouno [al joven empleado] coma se fora da familia, e cando se fixeron maiores, fíxose cargo el do negocio», añade. Ahora, con algo más de 60 años, «e máis de 45 de servizo» en el céntrico establecimiento, como recalca el responsable de Terras do Ortegal, Iglesias ha decidido jubilarse.

Hace tiempo que los vecinos y el resto de personas que transitan por la zona han visto un cartel en los ventanales de la fachada. El Ciclón «se traspasa». Pero, de momento, no parece haber nadie dispuesto a hacerse cargo del negocio fundado hace más de siete décadas, y su encargado se retira. Para muchos representa «toda unha institución en Ortigueira». Igual que el café bar, por la ubicación e incluso la decoración, simulando los vagones de un tren. «Aquí levo pasado moitas tardes de parola cos amigos cando volvo á vila, nas vacacións do verán, no Nadal ou na Semana Santa», comentaba estos días un ortegano que vive fuera, aunque regresa periódicamente y ahora no sabe dónde se sentirá «tan na casa coma aquí» tomando el café o conversando con los amigos, «ou con Gregorio, que aínda que calado, é moi afable».