«Cuando me presenté a las elecciones en Ortigueira fue un escándalo»

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

I. F.

Esta vecina de Couzadoiro de 87 años recuerda las décadas de dictadura como una época «frustrante», que coartó su juventud, y secunda la revolución de las mujeres

12 nov 2022 . Actualizado a las 16:55 h.

Cuando, en 1987, aceptó la propuesta de Francisco Rodríguez Patiño de sumarse a la candidatura socialista para las municipales de Ortigueira, a Charo Suárez Díaz (A Coruña, 1931) sus amigas le preguntaban «¿pero vas a ir con el PSOE?». «Cuando yo me presenté fue un escándalo, aquí no se hablaba de política y me ubicaban a la derecha. Mi madre era una mujer religiosa, que se había educado con las monjas en el colegio Cristo Rey [en Viveiro] y mi padre era funcionario público, y no podía manifestarse. A él le pasaron la cuota para comprar el pazo de Meirás, un día de haber... ¡Lo pagó el pueblo porque lo forzaron!», cuenta.

Suárez se convirtió, a punto de cumplir 56 años, en la primera mujer que accedía a la corporación ortegana. Entró como independiente, más tarde se afilió al partido y en 2015 vivió «encantada» la llegada del PSOE al gobierno local, igual que hace un par de meses, el Ejecutivo «feminista» formado por Pedro Sánchez. Pocas de las iniciativas que llevó al pleno salieron adelante -«presenté muchas mociones, pero conseguí que aprobaran tres o cuatro nada más»-. Tampoco se lo pusieron fácil en el hoy desaparecido Nuevo Club, que presidió entre el 2000 y el 2003.

«El club se creó en 1933, se juntaron unos cuantos señores del pueblo, entre ellos mi padre [jefe de telégrafos y maestro de matemáticas en la academia del vilalbés Jesús Márquez] y el médico Leopoldo Calvo, e hicieron un club más democrático, sin clasismo, con gente trabajadora, para hacerle la contra al Casino. Y esto poca gente lo sabe», relata.

Charo, que recibió un «inesperado y precioso» homenaje hace unos días en Ortigueira, siempre ha sido pionera. Antes de tener coche viajaba en una Vespa de Santa Marta a Couzadoiro, de donde proviene su familia materna y donde reside. Pero la dictadura marcó su juventud: «La posguerra fue horrible, aquí no se podía comer, nosotros sí, porque teníamos tierras y nos pagaban la renta en especie... La dictadura coartó totalmente la juventud, era imposible salir de aquí, todo eran dificultades, había un coche de línea con gente amontonada para ir a Ferrol o A Coruña. Fue una época frustrante».

Esta mujer inquieta se crio en un ambiente cultural -su madre, «de gran sensibilidad», tocaba el piano, y su padre «entendía de todo»-, al que debe su pasión por la música y la literatura -escribe poesía desde los 16 años y su hermana, Mercedes, reconocida abogada, dice que no hay cajón en el que no aparezca un poema de Charo-. Cuando nadie hablaba de política en Ortigueira, su padre sí lo hacía, en casa. Y ahí se gestó su espíritu crítico y reivindicativo, que la llevó a encabezar una manifestación para que la Transcantábrica discurriera por la costa. Ahora secunda la revolución de las mujeres y volvería a liderar una movilización callejera. «Pero en un sitio pequeño es difícil, por los prejuicios», lamenta. Pese a todo, «Ortigueira, que siempre ha tenido un problema, por la distancia, siempre ha tenido un encanto especial, aunque hoy está muy despoblada». Al éxodo hacia las ciudades le ha dedicado unos versos, que tal vez figuren en el libro que publicará este año.

En Couzadoiro añora los tiempos «de las cuatro tabernas, con vino de marca, y hoy, si te quedas sin sal, o se la pides al vecino o vas a Santa Marta». Esta mujer, que estudió Escuela Social, aunque nunca ejerció, ha colaborado «en casi todo», desde la Universidad Popular al colectivo cultural Paporroibo. Recuerda con cariño su exitosa carrera de actriz, con más de quince obras teatrales, la primera, con 13 años y unos zapatos prestados, a petición de Serafín Fernández, «un comerciante muy negociante», con una obra de Linares Rivas. Con Luis Alonso, aún vivo, representó varias, «de primera figura», antes y después de que viajara a París. «Me encantaba el teatro».

«Ortigueira siempre ha tenido un problema, por la distancia... Y un encanto especial»