«La India atrapa, se lleva dentro»

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

La catalana Rosa Sallent y su marido, británico, también han sucumbido al Mundo Celta, «otro regalo»

14 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«La India se lleva dentro», asevera Rosa Sallent (Barcelona, 1976). Es un sentimiento que acompaña a esta catalana asentada en una aldea de la parroquia de Senra (Ortigueira) desde hace una década. Tal vez influenciada por la bellísima película La ciudad de la alegría (1992), inspirada en la extraordinaria novela homónima de Dominique Lapierre. Mirada India es el título de la exposición abierta en el Museo Ortegalia (hasta el día 22), quince fotografías que narran su último viaje, el primero que realizó con su marido, el británico Tony Clarke, en septiembre del año pasado.

«Hay un mundo, allí afuera, lejos de aquí, donde los personajes reviven a pesar del tiempo, y no cobran vida, la devuelven. Un mundo donde los minutos no se cuentan, se funden en té y el azúcar no se nombra, se asimila. Un lugar donde la mirada india, oscura y profunda, atraviesa el ser. Un sitio donde el sol apasionado penetra el Ganges, cobijo de cenizas, de vida al unísono. Hay un lugar del que soy parte y exilio y agonía... Pero hay un mundo», escribe esta trabajadora social en la presentación de la muestra.

En 1999, con solo 23 años, Rosa cogió la mochila y se lanzó a conocer la tierra tanto tiempo soñada. «Siempre voy al norte, Benarés, Calcuta (...); entre 2002 y 2003 viví allí un año, y ahora regresé después de doce años», cuenta. Con el pretexto de llorar la muerte de un Baba (líder espiritual o gurú) amigo. Nada más llegar, a la orilla del Ganges, alguien la reconoció. «¡Rosa! Como si nos hubiéramos visto el día anterior; igual que el conductor de un rickshaw, el último día en el mercado, me dijo que tenía en su habitación una foto que le había enviado», narra. En India, remarca, «la vida es cuando paras y convives con ellos». «Me gusta mucho la gente, su forma de vivir, y me gusta contar a través de la mirada», confiesa. Ahora en fotos, casi por azar, y siempre a través de diarios, en los que describe a esos personajes amigos como el flautista o el americano.

Sus imágenes reflejan esa vida que tanto celebra. «La India mira a América más que a Europa (...). Ahora ves coches más modernos, pero conducen igual, parece que se la van a pegar... En las zonas turísticas es todo un poco falso, la pobreza extrema no está en el centro. Todo es contraste, el capitalismo con la espiritualidad, la vida con la muerte en el mismo río Ganges...», relata. Y el amor por la India une, como ha comprobado gracias a la exposición, «una experiencia alucinante», a la que esta tarde (20 horas) se sumará el reconocido profesor universitario Max-Jean Zins para hablar sobre «unidad y diversidad» en aquel país.

En 1999, Rosa sucumbió al «imán» indio y hace una década la vida volvió a atraparla, esta vez en Ortigueira. Había conocido en La Alpujarra granadina a su marido, que exhibe con orgullo la bandera de Cornualles (en el extremo sudoeste de Inglaterra), de donde procede. Buscaban un lugar tranquilo cerca del mar y la montaña y acabaron en Ortegal. «Es muy parecido a mi tierra, los acantilados de Loiba o Estaca de Bares... El clima es mejor aquí», comenta. Cuando recalaron en Senra, en noviembre de 2005, la gente les preguntaba si habían ido por el festival. «Preguntamos cuándo era, pensando que sería en una o dos semanas», recuerdan entre risas. En julio del año siguiente descubrieron el Mundo Celta. «Otro regalo de la vida», agradecen, que jamás se pierden, inconfundibles entre la multitud de folkies por la bandera de Cornualles (una cruz blanca sobre fondo negro).

La pareja formalizó su relación en Ortigueira en 2012. «Nos dijeron que era la primera vez que casaban a dos personas de fuera de Galicia», evoca, sorprendido, Tony, que echa en falta la presencia de algún grupo de su tierra en el Festival Celta. «Ya se lo he dicho al alcalde, pero creo que no me ha hecho caso», bromea.