«Aún no nos hemos ido y ya queremos volver... Qué gusto, sin cargador de móvil»

A.F.C. ORTIGUEIRA / LA VOZ

ORTIGUEIRA

20 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La marea folkie pierde fuelle el domingo del Mundo Celta, aunque este año la música no cesara hasta la madrugada. A Clara, graduada en filosofía, y Rocío, estudiante de psicología, debutantes en este particular universo, les costó poco integrarse y en seguida descubrieron que «lo mejor son los pasacalles». El sábado comentaban esto, mientras tocaba Budiño, y ayer seguían a la Escola de Gaitas de Ortigueira por la avenida de A Penela. «Nos chiflan», aseguraron las madrileñas, que repetirán. Igual que Ana María y Laura, que también dejaron la capital «en busca de fresco, playa y buen ambiente». «Estamos encantadas, como siempre. Aún no nos hemos ido y ya queremos volver», confesaban ayer, esperando billete a la ciudad.

«Qué gusto, no tener dónde cargar el móvil, solo la llamada de emergencia... Es muy bueno, hablas con la gente, te relacionas», destacaba otra chica. ¿Alternativas? «Si quieres ligar ligas y si no puedes escaquearte con facilidad». Todo ventajas. «Salvo el camino a la playa, que se hace muy largo». Por no tener que esperar el autobús. La acampada de Morouzos, más dispersa que otros años, se fue desdibujando, con cientos de festivaleros en el camino de vuelta, cargados con las mismas mochilas, «ahora llenas de ropa sucia», o empujando algún carro de la compra que tomaron prestado de la tienda.

Los empleados de supermercados y locales hosteleros comparten ojeras con los folkies, aunque alguno ni siquiera ha visto el escenario y no sabe si el runrún de quejas por la calidad del sonido es cierto o infundado. Al personal de limpieza se le debe el mayor de los milagros. Y al Mundo Celta, la transmutación de Ortigueira, otra vez, y ya van 31.