Bruno Casal, carnicero: «El público me salvó el negocio»

ANA F. CUBA NARÓN / LA VOZ

NARÓN

CESAR TOIMIL

Este naronés se lanzó a vender por toda Galicia y fuera ante el cierre forzoso de la restauración, su principal cliente, por la crisis del covid-19

10 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de la pandemia del coronavirus, las carnicerías de Bruno Casal Díaz (Narón, 41 años) vendían, sobre todo, a restaurantes. «Son los que me dan de comer, pero los meses de marzo y abril, el público me salvó el negocio», sentencia, agradecido y dispuesto a devolverles algo de lo «mucho» que le han dado. «Vamos a crear un servicio de atención personalizada a clientes que llamen para un encargo, y no repercutir los portes en el envío», explica.

El estado de alarma le sorprendió con «casi 40.000 euros de carne de precio top» en la cámara, para atender los pedidos de los restaurantes para el Día del Padre y la Semana Santa. «¿Qué hice? Mandarles un wasap a los amigos ‘chicos, necesito vender mercancía, carne top a muy buen precio’. Uno llamaba al otro y el boca a boca funcionó», cuenta. Tal fue la respuesta que no les bastó con el reparto propio con sus dos furgonetas y tuvieron que recurrir a los servicios de Seur Frío y MRW (isotermo).

Clientes que se emocionan

Así comenzó el periplo por Bertamiráns, Noia, Ortigueira.... Y los envíos a Barcelona, Córdoba, Asturias o Guijuelo. «Llevábamos tiempo centrados en la venta a hostelería, pero en esta nueva etapa quiero que predomine la atención al público y vamos a mantener el servicio a domicilio. Durante estos meses ha sido por la necesidad de vender, pero ahora hay gente a la que no conozco de nada que nos da las gracias y se emociona cuando recibe el pedido. En Padrón, un cliente me dio una bolsa de limones, patatas y huevos de casa; en Moeche, berzas para el caldo, tomates pequeños y limones...».

«El 14 de marzo tenía casi 40.000 euros de carne top en la cámara para los restaurantes»

Este naronés se hizo carnicero por la Filosofía, en mayúsculas. «Me quedó la asignatura en COU y tenía que repetir, por lo que me zafé de la mili, y en un campamento de verano el padre de uno de los niños a los que entrenaba a fútbol me ofreció ir de aprendiz a la carnicería de un amigo», recuerda. «Era mal estudiante y algo tenía que hacer, como si me hubieran dicho de fontanero» Aprendió y pasó por varias carnicerías, hasta que hace 14 años decidió fundar la suya.

Bruno montó su primera tienda en O Alto, donde sigue, y después instaló en Freixeiro el establecimiento principal, con una sala de despiece anexa. A estas dos carnicerías sumó una tercera, en el restaurante O Fogar da Carne (que antes regentaba con un socio y otro nombre, Parrillada O Mercado). Allí, los clientes compran carne para llevar o escogen la pieza que quieren degustar en el local y los cocineros se la preparan. «Con el restaurante -subraya- no gano dinero ni me interesa ganarlo, lo utilizo como un laboratorio de I+D [investigación y desarrollo], para probar cosas, como un cachopo de cocido en vez del que hacen los asturianos, y ver si funcionan».

«Un paso por delante»

A este empresario y a sus empleados -11, incluido su hermano pequeño, Alejandro, su mano derecha y el responsable de reparto o facturación- les gusta «ir un paso por delante». «Es nuestra esencia -recalca-. Ahora estoy muy metido en el vacuno, todo el mundo valora el chuletón y todos los carniceros compran chuleteros. Nosotros lo intentamos con otras piezas a las que no les ven salida, les damos otros cortes, como la picaña [típico de Brasil] y salen unos lingotes de lomo bajo muy tiernos».

Para él, «ahora mismo, la carne top de vacuno es la de frisona, sí, la vaca de leche», que comparte vitrina con otras siete razas. También experimentan con los elaborados y hay días que ofrecen hasta 12 variedades distintas de hamburguesas (de sobrasada mallorquina con queso de Mahón, pimientos de Padrón con queso de Arzúa, oreja á feira, pulpo á feira, lacón con grelos...) y ocho tipos diferentes de croquetas. Siguen los gustos de sus clientes.

Bruno promociona sus productos a través de Facebook e Instagram, «porque es lo más barato», reincorporará en breve a los trabajadores con ERTE. «La suerte que tengo es el equipo de trabajo, buenísimo», elogia. ¿Cómo salir adelante? «Los carniceros artesanos no podemos competir en precio con los hipermercados, sí en calidad y variedad [...]. La diferencia, en mi caso, es que el género lo veo y lo escojo yo, no le pido al matadero que me lo mande; y fomentamos el producto autóctono». Innova para atender las demandas de su clientela, «muy joven y con ganas de probar», y reinvierte una parte de lo que gana en formación. Todo bajo un lema: «Viva la carne».