Pastoreando en los jardines públicos del polígono de A Gándara

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

NARÓN

Bea Abelairas

Manuel Freire tiene terrenos, pero aún así usa los pasos de cebra para llevar a sus ovejas a pastar

15 dic 2019 . Actualizado a las 08:34 h.

Si hay alguien con espíritu ecológico en Narón ese es Manuel Freire Bermúdez, uno de los privilegiados vecinos de A Gándara que tiene una casa con huerta y no pocos animales, a los que adora. Muchas jornadas se quedó mirando a los jardineros de los espacios verdes del polígono e incluso llegó a preguntarles las razones por las que gastaban tanto gasoil y esfuerzo en cortar una y otra vez el césped: «As veces confesan que o fan porque o pon o contrato, un gasto inútil que pagamos os contribuintes e que nin sequera é bo para o campo», explica este marinero retirado de 86 años.

Manuel pensó un día que sus diez ovejas podían ahorrar esfuerzos a los jardineros, así que comenzó a controlar las horas en las que disminuía el tráfico para llevarlas a pastar los campos que miran hacia el puente de As Pías.

«Vimos polo paso de cebra, traio amarradas a catro nun cordel e as outras noutro», cuenta a media mañana ante un espacio que conoce bien, pues está muy cerca del embarcadero en el que tiene dos botes en los que todavía sale a pescar. Todo un lobo de mar y de tierra, porque en casa tiene huerta y aperos de sus antiguas profesiones: «Tamén fun carpinteiro e traballei na Bazán ata que tiven un accidente: un que viña na moto estropeoume unha perna», explica sin quitar ojo de su manada que está compuesta por «catro ovellas vellas, catro novas e dous carneiros».

Sin teléfono

Como no podía ser de otro modo también le gustan los perros y se detiene a dar mimos a todos los que se le acercan. «Os animais son mellores que algunhas... que moitas persoas, eu na casa cheguei a ter seis canciños ¡So dan cariño!», dice mientras los acaricia. En torno a las diez de la mañana suele ser la hora en la que ve las aceras del polígono más despejadas, ya tiene una ruta por la que apenas molesta para llegar hasta el entorno del tanque de tormentas, donde su pequeño rebaño se pone a pastar tranquilamente. Manuel las mira y charla con los vecinos que pasean por la zona. Conoce y lo conocen casi todos: «Vivo solo, pero teño irmás cerca e moitas cousas que facer, de vez en cando inda saio a pescar». Deja claro que es un hombre práctico, tanto con los recursos naturales, como con el resto de su vida, por eso no tiene teléfono ni móvil, ni en su casa: «Alí estaba, as veces intentaba chamar e dábame fora de cobertura ou sen servicio, así que me dixen: fóra, quitoó», relata sobre una decisión que no fue sencilla de llevar a cabo. «A compañía non quería que quitara o teléfono, pero o final logrei que o levaran e cando me teñen que avisar por algo dou o da miña irmá». Hasta cerca de la una tarde este ferrolano (nació en Esteiro) espera por las zonas vedes de A Gándara vigilando su rebaño y departiendo con los vecinos, además de interesándose por la zona como si cada palmo de tierra fuese suya, porque ha vivido en A Gándara desde niño.

«Eu vexo moito despilfarro en como se fan as cousas e vexo que despois somos os contribuintes os que pagamos todo». Lo dice un jubilado que no ha dejado de trabajar, aunque considera que su labor de ahora no tiene nada que ver con su vida de marino: «No ano 1966 xa andaba por Italia embarcado en grandes buques que transportaban queroseno e outras cargas perigosas, foi unha época ben dura -rememora con lágrimas-. Isto que fago agora é unha felicidade de vida».

«Traio catro animais

amarrados cun cordel e o resto delas noutro»

«No ano 1966 xa andaba por Italia embarcado en grandes buques con queroseno»