Solo palabras. Por más que anuncien colaboraciones y proyectos conjuntos, los gobiernos de Ferrol y Narón parecen condenados a no entenderse. Su ritmo no va acompasado, y eso es algo que los vecinos de uno y otro lado, especialmente quienes vivimos en los barrios fronterizos, podemos atestiguar. La pujanza reciente de A Gándara como zona residencial y, sobre todo, como espacio de servicios y comercial, se debe al papel jugado por los últimos regidores naroneses. Y ni siquiera en los temas compartidos como la canalización del río o la ordenación del tráfico del polígono, los gobernantes de la ciudad naval se implicaron a fondo. En este momento, hay en marcha obras en A Gándara por valor de unos 450.000 euros. Los proyectos van lentos pero seguros. Se construyen parques, se adecentan calles e incluso el centro comercial anuncia nuevas tiendas. Mientras, al otro lado de la avenida Nicasio Pérez, los vecinos se movilizan día sí, día también, reclamando un poco de atención. La diferencia es abismal. Por ello, Ferrol y Narón están destinados a vivir cada uno por su lado.