Crisis en la Real Villa

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

MUGARDOS

05 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el relevo en la Alcaldía de Mugardos se confirma que lo consolidado en política siempre es susceptible de cambio con tal de que se lo propongan unos cuantos. Así, el Partido Popular se ha cobrado la Alcaldía con el apoyo de tres insumisos socialistas de la Real Villa. El nuevo alcalde Juan Domingo vuelve a ocupar el preciado sillón que había dejado en las últimas elecciones municipales en manos de Pilar Díaz, de Izquierda Unida.

Aquel gobierno que comenzó con el rico pulpo y pidiendo qué se besen entre comunistas y socialistas se fue enfriando y terminó en un atropellaplatos. Ante esta situación la alcaldesa utilizó su fuerza letal contra el primer concejal y portavoz del gobierno, retirándole todas sus competencias y llegó la verdadera trifulca y a flotar en el ambiente la moción de censura, sin intentar una reconciliación seria entre coaligados. Los socialistas se colocaron en tierra de nadie, con la ayuda lineal de su agrupación, pasando por el forro las normas de obligado cumplimiento de su partido a pesar de intervenir sus órganos superiores, en principio con aroma de moderación y respaldo.

Pero los síntomas de ruptura se hicieron inevitables, la alcaldesa presentó su dimisión y como ese acuerdo PP-PSOE no es de fiar, la Ejecutiva provincial pidió a los tres díscolos concejales que devuelvan al partido el acta y la carpeta municipal, pues una situación de esta envergadura debe tener la confianza de la organización.

Como es sabido, el sistema que nos hemos dado funciona a veces con reglas no escritas y una, acaso la más importante, es que en política se opina con el voto, y si en Mugardos tuvo mayoría la izquierda la ruptura conlleva responsabilidad sobre las consecuencias de regalarle la Alcaldía a su principal adversario político. Eso es un fraude. Y ahí queda con estética huraña un problema que podría haberse resuelto tomando un café entre socialistas, pero prefirieron meterse en el pozo de la frustración y seguro que tampoco les interesa demasiado ir a la jaula de la historia de un pueblo firme, que está consagrado a la paz y al silencio y, como todos los demás, sometido a estos engranajes de la democracia.

En fin, como estos días están cuajados de buenos deseos al prójimo, a los mugardeses y mugardesas les deseo mucha felicidad, pero con esta tropa van a tener que echar el resto.