El centro de día Xestal, en Monfero: una trabajadora por cada dos usuarios

ANA F. CUBA MONFERO / LA VOZ

MONFERO

Sesión de gimnasia terapéutica para el grupo en mejor estado del centro de día
Sesión de gimnasia terapéutica para el grupo en mejor estado del centro de día I. F.

Abrió en diciembre de 2020 y ya proyecta una ampliación, hasta 72 plazas

26 jun 2022 . Actualizado a las 22:38 h.

Julita tiene 91 años. Cuando entró en el centro de día Xestal necesitaba ayuda para caminar y ahora anda por si sola. El equipo que coordina Iris Río López (Abadín, 33 años) no hace milagros, pero los efectos del trabajo de estimulación cognitiva y física que desarrolla con los 33 usuarios no tardan en percibirse. Las familias son las primeras sorprendidas por la recuperación. «As analíticas tamén melloran, iso que comen larpeiradas... a cociñeira failles magdalenas de verduras [risas]. Hai persoas con enfermidades que leva tempo controlar, non están ben medicadas e ata que se estabilizan pasa tempo», explica la directora.

La antigua sala de fiestas O Pinar, situada en O Xestal, en la parroquia de San Fiz (Monfero), se ha transformado en un luminoso y colorista centro de día para mayores. Hasta hace unos días eran 33 (solo tres hombres), con lista de espera para incorporarse. «Iamos abrir en marzo ou abril de 2020, cando rebentou todo [pola pandemia], e empezamos en decembro dese ano só con tres persoas», cuenta. Ya entonces eran seis trabajadoras, y la plantilla ha ido creciendo hasta las 14 actuales, casi uno por cada dos usuarios. Pese al poco tiempo transcurrido, el proyecto de ampliación ya está en marcha, y de las 40 plazas actuales pasará a 73.

El centro dispone de una espaciosa sala central, enfermería, gimnasio, aseos y ducha, lavandería y cocina, calefacción, aire acondicionado y un sistema de regeneración del aire. «Gañaremos 200 metros cadrados e faremos unha sala de estimulación cognitiva, ampliaremos a enfermería, dous baños máis... e máis persoal, porque non podes baixar a calidade que ofreces», subraya. «O equipo que teño é moi bo, son todas mulleres menos o meu home, que está no transporte. Hai terapeutas, animadoras, catro auxiliares de enfermería, dúas cociñeiras, persoal de lavandería e limpeza», describe.

Reconoce que cuando ideó el proyecto inicial no contaba con tanta demanda. «Tiña claro que ía dar un bo servizo. Cústame economicamente, dá para gastos e o meu marido e máis eu aínda estamos sen soldo», admite. La inversión inicial rondó los 600.000 euros, sin más ayuda pública que 23.000 euros de la Xunta y «moito apoio» de su familia y de la de su marido, aún hoy. Los usuarios pagan 655 euros al mes por ocho horas diarias, de lunes a sábado (solo cierra algún festivo que enlaza con un fin de semana, como el de San Xoán) o 785 por jornada completa, que va de 8.00 a 20.30 horas.

Acuden vecinos de Monfero, Pontedeume, Irixoa, Vilarmaior y Paderne, que cuentan con un servicio de transporte adaptado sin coste adicional, con recogida y vuelta al domicilio. Algunos ya desayunan en el centro y la mayoría comen y meriendan. «Comemos mellor do que facemos», ríe Maruja, de Val de Xestoso (Monfero). Cuando entran, tras analizar su informe médico y la pauta de rehabilitación, si existe, los asignan a uno de los tres grupos creados en función del grado de deterioro cognitivo y físico, lo que determina el tipo de actividades que realizan.

En actividad constante

«Vén xente con alzhéimer e outras demencias, e facemos terapias para que as enfermidades non avancen ou o fagan máis lentamente. Tamén lles facemos as curas e duchámolos», indica Iris, «marabillosa», según Maruja. Ella se ocupa de llevarlos al médico cuando surge un problema. Hay sesiones de gimnasia, adaptadas al estado de cada uno, por la mañana y por la tarde, siempre con música. Las manualidades, en especial la costura, les gustan mucho. Toñita está haciendo un pompón, Evangelina une cuentas para los collares de las mascarillas y Marga y Sara confeccionan la decoración de verano. «Estamos moi contentas», recalca Agustina, vecina de As Travesas de 80 años. Sara tiene 86 y vive sola en Bouzamaior, aunque desde que se cayó la acompaña una sobrina. «Valeume moito o andador», agradece, para recuperarse de la operación de cadera. Marga, de 86 años, de Villarboi, vive con una hija. Perdió la voz por el covid. «A min, aquí, trátanme moi ben», susurra.

Iris Río López, promotora y directora del centro de día Xestal, de pie junto a Carmen, una de las usuarias de mayor edad, con 92 años
Iris Río López, promotora y directora del centro de día Xestal, de pie junto a Carmen, una de las usuarias de mayor edad, con 92 años I. F.

Carmen Auzó, coruñesa de 92 años, vive en Pontedeume y acude a diario al centro: «Me distraigo, siempre estoy haciendo algo». María también reside en Pontedeume, en Nogueirosa, pero prefiere que su padre, de 79 años, se desplace hasta O Xestal. «Leva vindo máis dun ano, xa somos da casa, aquí ten atención especializada. Recomendámolo a todo o mundo, dannos moita información [nun caderno no que anotan a diario que comeu cada un ou cantas veces foi ao baño], son moi accesibles, é un apoio psicolóxico grande», recalcan ella y su marido, Paco.

Excursiones y sesión vermú

«Paseino moi mal [con todo o da pandemia], pero agora estou a gusto», reconoce Iris, empeñada en mejorar el equipamiento del centro: «Cando un mes me queda algo compro... un andador, unha cadeira para baixar á xente da casa, un monitor de enfermería...». Los usuarios no creen que sea la jefa —«din ‘pero se viste normal'»—, esa joven alegre que los acompaña en las salidas terapéuticas, al pinar de Cabanas, al San Antonio de Momán, al museo etnográfico Monte Caxado (As Pontes), a la Torre de Hércules... «E as que vaian xurdindo, e tamén a algunha sesión vermú... ata outubro hai que moverse», repite la directora, entusiasmada. Con buen tiempo, al loro Pipo, la mascota del centro, lo saca al patio exterior «porque non cala».

«Temos moito contacto con eles e coas familias, cando nos morre algún pasámolo moi mal»

Hay familias que se sorprenden de los efectos de la socialización y la actividad física que despliegan los usuarios de Xestal. «Algunhas non o crerían se non viran os vídeos, aquí libéranse... e as familias poden descansar psicoloxicamente», destaca la directora. «Os maiores [todos dependientes o en fase de reconocimiento] son moi bos. Temos moito contacto con eles e coas familias, cando nos morre algún pasámolo moi mal», reconoce.

Estudió Forestales para contentar a su abuelo Atilano, con quien se crio (junto a su abuela Inés), pero acabó formándose en gerontología y trabajando en la residencia de mayores de Castro Riberas de Lea. Hasta que el cáncer se cruzó en su vida y amenazó con incapacitarla con 28 años. Entonces decidió emprender, de la mano de su marido y sus familias.