Monfero consigue un cajero automático, pero la exclusión financiera persiste en el rural

ANA F. CUBA MONFERO / LA VOZ

MONFERO

Cajero instalado por Abanca en Monfero, con colaboración de la Xunta y el Concello, que cedió el local
Cajero instalado por Abanca en Monfero, con colaboración de la Xunta y el Concello, que cedió el local CEDIDA

Los vecinos de Espasante, tras dos años sin servicio bancario, reclaman que se instale una máquina expendedora de dinero

05 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vecina de Monfero cuenta que en los últimos días se han visto más coches de lo habitual junto al edificio de la antigua Cámara Agraria, de propiedad municipal y situada junto al concello. Son usuarios del cajero automático instalado por Abanca, operativo desde el pasado 26 de mayo. «A sucursal [situada en A Ponte da Pedra] non pechou de todo, conseguiuse que abra os luns, é importante sobre todo para as persoas maiores, e agora tamén puxeron o caixeiro», explica el alcalde, el socialista Andrés Feal. La colaboración de Concello, Xunta y Abanca ha permitido dotar este municipio de un servicio del que jamás había gozado.

«O que había era en Irixoa, pero é outro municipio. Agora témolo aquí, non se pode ingresar diñeiro, só sacalo, pero todo o que veña para as aldeas benvido sexa. Alégrome de que o puxeran», comenta Iris Río, empresaria. Pero la exclusión financiera persiste en el rural e incluso en núcleos urbanos como Espasante, en el municipio de Ortigueira. La única oficina bancaria de la que disponían, del Banco Santander, cerró en abril de 2020, y un año más tarde retiraron el cajero automático. La máquina expendedora más próxima se encuentra en Ortigueira, a casi nueve kilómetros, y O Barqueiro, a diez.

«Estamos peleando para que alguna entidad ponga un cajero. El lunes [30 de mayo] nos reunimos con el alcalde para solicitarle que el Concello facilite un local, pero parece que es inviable [...]. Abanca nos dice que el gasto que supondría es exagerado para la población que somos, sin tener en cuenta que en verano se triplica», apunta María Belén Bello, presidenta de la Asociación de Veciños de Espasante.

«Es un problema, yo no tenía TPV [terminal de punto de venta, para cobro con tarjeta] en el bar ni en la tienda y he tenido que ponerlo», indica Patricia Méndez. La situación se complica por la deficiente conexión a internet, que no permite utilizar siempre el TPV ni la banca electrónica. Y las peores consecuencias son para la gente mayor, obligada a depender de familiares o a pagar un taxi para realizar sus gestiones bancarias. La brecha digital, geográfica y generacional, se ensancha en lugar de estrecharse.

Carta a Ana Patricia Botín-Sanz desde Ponte Mera

El cierre de la oficina del Banco Santander, que estaba atendida por un agente colaborador, dejó sin servicio a los vecinos de Ponte Mera, en Ortigueira. «En aquel momento se llevaron todo el mobiliario del local... y después volvieron a traer una mesa y algún equipo informático», cuenta Gema Rey, secretaria del colectivo vecinal. Y es que finalmente lograron recuperar la atención directa en la antigua sucursal, eso sí, solo un día al mes, el primer martes, y durante dos horas, de 12.00 a 14.00.

«Con este mínimo podemos sentirnos afortunados, viendo lo que pasa en otros socios», comenta Rey. El primer martes de cada mes se forman colas delante de la vieja sucursal. La única explicación que encuentran a esta «mejora» es una carta remitida por la asociación vecinal a Ana Patricia Botín-Sanz, la presidenta del Banco Santander, en la que le exponían cuál era la situación y las necesidades de una población cada vez más envejecida y aislada.

Temor a posibles fraudes

«A mi madre no le puedes decir que utilice una tarjeta, para sacar dinero tenemos que ir mi hermana o yo a Ortigueira, pero hay gente que no tiene hijos aquí y le obliga a coger un taxi para ir a buscar dinero», critica una vecina de Espasante. Muchos mayores también son reacios a operar con tarjeta por temor a posibles fraudes. «Quieren que les atienda alguien, verle la cara», añade.

En Cerdido, la sucursal de Abanca se clausuró el 21 de julio. «Hai un caixeiro dos antigos, nos que non se poden ingresar cartos», señala el alcalde, Benigno Galego. El BBVA mantiene un agente colaborador y cajero.