El castillo de Moeche, punto de partida de una ruta 23 años después

CRISTÓBAL RAMÍREZ

MOECHE

CRISTÓBAL RAMÍREZ

La Torre de los Irmandiños inaugura una excursión por las fortalezas de Nogueirosa, Naraío y Andrade

12 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 23 años se publicaba el librito A ruta dos catro castelos, algo que entonces derramaba originalidad. Unía a través de una caminata de varios días una fortaleza de la retaguardia del golfo Ártabro, Moeche, con otra desde la que se domina todo ese espacio histórico, marítimo y costero, Nogueirosa, pasando por las de Naraío y Andrade. ¿Y cómo está ahora esa ruta? Para empezar, con más asfalto, de manera que si antes era buena idea andarla, hoy lo recomendable es la bici de montaña o el coche. Si se eligen las cuatro ruedas, es posible hacer todo el itinerario en un día, pero a costa de no disfrutar de paisajes ni castillos.

Así que, con ese libro en la mano, comienza el recorrido por un castillo de Moeche que ha ganado el mil por cien. Ha sido excavado, rehabilitado y reconstruidas las almenas; se ha musealizado, descubierto y está a la vista el trazado de la fortaleza vieja destruida por los Irmandiños en el siglo XV; se exhibe una réplica de la daga encontrada en el pozo y, encima, las dos personas que atienden las visitas y la oficina de turismo lo bordan en amabilidad y conocimiento.

Siguen abiertas la taberna Irmandiños y El Castillo y el aparcamiento se extiende en las cercanías, con un panel que señaliza el nuevo Gran Recorrido auspiciado por la Diputación y que empieza en Betanzos para rematar en San Andrés de Teixido, por supuesto pasando por Moeche. Igualmente hay carteles que indican que ahí comienza -o acaba, según se mire- la Ruta dos Castelos e Mosteiros, de 32,4 km.

El arranque es, por lo demás, el mismo: se deja a la izquierda la excelente iglesia puesta bajo la advocación de San Xurxo, precedida de un no menos interesante y altísimo cruceiro. Manda el barroco en el templo, así como un conjunto de líneas curvas que le imprimen elegancia. Su torre campanario muestra tres cuerpos y da impresión de gran solidez. El origen, en fin, de ese notable conjunto hay que buscarlo en el siglo XI, pero lo que realmente se ve al pasar es muy posterior.

Esa pista estrecha, con mucha vegetación, remata en otra más ancha. Ante los ojos del viajero se abren los aledaños de un gran y fértil valle que, en suma, es una maravilla natural que el hombre ha sabido trabajar sin dejar la impronta del feísmo.

LA AVENTURA

• Dibujar cómo sería el castillo primitivo a partir de los restos.

LA FOTO MÁS PERSONAL

• En la parte superior de la torre de homenaje del castillo.

EL DESAFÍO

• Estudiar in situ la historia Moeche, a través de los paneles.

EL PASADO

• La fortaleza fue reedificada una vez que los Irmandiños fueron derrotados.