Gema R. Neira: «Hoy ya no hace falta irse de Galicia para sobrevivir en el audiovisual»

FERROL CIUDAD

cedida

Netflix estrena hoy «La viuda negra», una película con guion de la ferrolana Gema R. Neira, que el pasado sábado recibió la medalla de honor de la SGAE

30 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Detrás de series como Fariña, El caso Asunta, Las chicas del cable, Velvet o Manual para señoritas está la mano de Gema R. Neira (Ferrol, 1982), guionista, productora y directora de desarrollo de Bambú Producciones. Netflix estrena hoy la película La viuda negra, uno de sus últimos guiones. La SGAE le entregó el pasado sábado en Barcelona su medalla de honor por ser «parte fundamental de la renovación de la ficción televisiva en España». «¡Toma ya!», exclama al recordárselo. «A mí eso me suena muy grande. Pero es verdad que el audiovisual ha cambiado mucho en los últimos años por muchas razones: por la manera de producir, porque los creadores dieron un paso adelante y se convirtieron en productores, por la llegada a las plataformas... Y, bueno, si yo he puesto un pequeñito grano de arena en ello, pues me hace feliz.

—¿Qué falta por renovar?

—Pues mira, todavía hay proyectos que es muy difícil hacer. Todavía hay temáticas que es muy difícil tocar porque no tenemos tanta libertad como nos gustaría.

—¿Por ejemplo?

—La política es uno de los temas del que es muy difícil hablar. Y sería importante hacerlo. Y falta también el reconocimiento a los géneros o historias que durante muchos años se han considerado para mujeres, que es un término que me gusta poco.

—¿Sabes cuántas obras tienes registradas en la SGAE?

—No tengo ni idea.

—Tienes registradas 1.191 obras.

—¡Caray, qué barbaridad. Pues no, no soy consciente de eso para nada. Como siempre estoy con la cabeza enfocada en lo siguiente que voy a hacer, nunca miro esas cosas, pero ahora que me lo dices, me parece una barbaridad. Nunca me imaginé lo que iba a ser mi carrera.

—Incides mucho en tu voluntad por romper los códigos de lo convencional en tus creaciones. ¿Hasta qué punto eso es trascendente y hasta qué punto es posible?

—No tiene que ver con la trascendencia. Tiene que ver conmigo como creadora y con mi necesidad de evolucionar. Nunca trabajo pensando en trascender sino explorar el mundo que me rodea y en ofrecerle al público lo que me gustaría ver a mí. Desde ahí nace ese intento de ruptura de los códigos. Yo nunca quiero volver a escribir lo mismo. Entonces, necesito meter elementos que hagan que lo sienta diferente.

—¿Crees que tus guiones o tus producciones tienen un sello Gema Neira?

—¡Ojalá! Pero también te digo que el audiovisual es un trabajo en equipo. Mis proyectos no existirían si no hubiera directores como Carlos Sedes o productores como Ramón Campos. Si existe ese sello, yo lo siento más como un sello colectivo.

—Sea personal o colectivo, ¿cuáles serían las señales de identidad de ese sello?

—Cuidar mucho la producción, intentar emocionar al espectador desde la risa o desde el llanto, intentar que el espectador se haga preguntas y entretener por encima de todo. Que entretener está como despreciado y yo creo que es superimportante.

—¿Galicia se cuela por algún lado en tus producciones o en tus guiones?

—Sin duda. Cuando llegué a Madrid se colaba en los diálogos porque hacía construcciones que en español no existen (se ríe). Pero se cuela sobre todo nuestro nuestro carácter, nuestra manera de ser, la manera de entender la familia... Muchísimas cosas. Eso lo lleva uno consigo y no desaparece.

—Se habla mucho del momento del audiovisual gallego, ¿cuál es tu diagnóstico?

—No me atrevo a hacerlo. Hubo un momento en el que había tantísima producción en Galicia y para Galicia que generó una industria brutal, que en otros sitios de España no existía. De hecho, casi todos los profesionales que estamos trabajando ahora venimos de ahí. Aprendimos mucho y a una velocidad brutal. Cuando yo me vine a Madrid tenía 22 años y había escrito muchísimo más que gente de 35. Y al final eso es muy importante porque las páginas son lo que te dan oficio. Después, esa producción autonómica bajó, pero por suerte se deslocalizó un poco la producción nacional y las plataformas han hecho bastantes proyectos en Galicia. A mí eso me da mucha alegría porque es una pena que para sobrevivir o para crecer tengas que irte. Creo que ahora eso ya no hace falta. Tengo compañeros y amigos que viviendo en Galicia han hecho proyectos para grandes plataformas que han llegado a 190 países.

—¿Tú tienes algún proyecto en mente para realizar en Galicia?

—Pues sí. Iremos a grabar a finales del año, pero por ahora no puedo contar nada más.

—Hoy se estrena «La viuda negra», película basada en un asesinato real, y que lleva tu firma en el guion.

—Sí, es un proyecto para el que llevamos muchos años investigando y recopilando material. Los proyectos basados en historias reales siempre son complicados de sacar adelante, pero a raíz de lo bien que funcionó El caso Asunta se nos abrieron algunas puertas para seguir tratando el true crime desde ese lugar respetuoso y serio.

—«El caso Asunta» tuvo sus más y sus menos, y mira lo que pasó con «El cuerpo en llamas»... ¿El «true crime» es un es un género especialmente difícil?

—Los proyectos basados en historias reales siempre son complicados, sí. Para nosotros no tienen sentido si no se utilizan para cuestionar, por ejemplo, cómo un montón de veces actuamos como jueces sin tener información. Ahora mismo estamos en un momento en el que la información fluye de una manera descontrolada y muchas veces la gente no se preocupa de comprobar si es veraz y tomamos decisiones y hacemos juicios de una manera muy superficial. Eso nos preocupa. Por eso siempre intentamos que todos los proyectos que tratamos reflexionen sobre algo importante.

—Para «La viuda negra» habéis optado por el formato película. ¿En base a qué decidís hacer una película o una serie?

—En el caso de los true crime, depende de los giros de la investigación y del punto de vista que le quieras dar. Aquí hay un juego que tiene que ver con los puntos de vista de los tres personajes principales y nos pareció que esa estructura era perfecta para una película. Con algunos cambios podría haber sido una serie, pero yo creo hacerla en formato de peli fue una buena decisión.

—A una productora ¿le interesa más una serie o una película?

—En términos económicos, una serie. Una peli es como tres capítulos de una serie, y las series es muy difícil que tengan menos de seis.

—Hablábamos antes de eludir lo convencional, pero supongo que una productora como Bambú tampoco puede permitirse una patinazo en un proyecto, que puede suponer un traspiés importante, no solo a nivel económico, sino de prestigio. ¿Hasta qué punto estáis dispuestos a arriesgar?

—Nosotros arriesgamos siempre. También es cierto que siempre tenemos en la cabeza que la productora está sostenida por muchas patas, no solo por una. Efectivamente, si fuésemos una productora que depende exclusivamente de un proyecto al año, a lo mejor teníamos que ser más conservadores. En este caso, nosotros tenemos proyectos que nos sostienen y proyectos en los que podemos experimentar un poco más y seguir manteniéndonos. Nosotros no podríamos haber tenido una carrera haciendo series como Fariña. Nosotros pudimos hacer Fariña porque habíamos hecho Gran Hotel o Velvet. Habíamos tenido grandes éxitos que habían viajado internacionalmente y eso nos permitió hacer un proyecto con más riesgo.

—¿Un proyecto como «Fariña» no es rentable?

—Sí, sí que fue rentable, pero fue un proyecto que funcionó solo a nivel nacional. No nos abrió puertas internacionales. Fariña fue un pequeño milagro. La televisión en abierto necesita públicos muy amplios para tener buenos datos y Fariña no era una serie de un público muy amplio. Pero sí que fue rentable, incluso a nivel de posicionamiento. Nos colocó en otro lugar que nos permite, por ejemplo, hacer los true crimes que estamos haciendo ahora.

—Empezaste como guionista, pero en «Manual para señoritas» diste el salto a la producción ejecutiva, ¿por qué?

—-Yo me resistí durante muchos años a producir porque a mí me gusta mucho escribir y he tenido unos productores maravillosos. Hay gente que que cree que sus proyectos no se hacían de la manera en la que ellos los imaginaban y por eso sintieron la necesidad de producir desde muy pronto. A mí no me pasó eso. Yo cuando veía mis series terminadas, me parecía que estaban fenomenal. Así que no sentí esa necesidad de dar el paso adelante. Lo hice ahora porque yo en este momento en Bambú tengo una estructura de guionistas que me da mucha tranquilidad y me deja espacio. Entonces, de repente, me apeteció también explorar otras partes y tomar otras decisiones. Me apetecía meterme un poco en líos (se ríe)

—¿Y repetirás?

—Sí, seguro. De hecho estoy produciendo ahora. Un guión que no que no he escrito yo, pero también produciré algunos míos. No todos, pero alguno de vez en cuando, seguro.

—A la hora de poner en marcha un proyecto, ¿qué porcentaje de importancia le das al guion, a la dirección y al reparto?

—¡Qué difícil! Si no tienes un buen guion, ya puedes tener unos actores espectaculares y un director fantástico, que es imposible que el proyecto funcione. Y al revés, puedes tener un muy buen guion y si el director es malo, te lo estropea.

—La mayoría de tus proyectos están protagonizados por mujeres, pero ¿cuál es el papel de la mujer en la parte ejecutiva del industria, que al final es donde se toman las decisiones?

—Ahora mismo, mucho más importante de lo que fue hace 5 o 10 años. Cuando yo llegué a Madrid, directivas, solo recuerdo a Sonia Martínez. Y directoras, poquísimas. En Bambú hemos sido siempre una productora con muchas mujeres en puestos directivos. Pero ahora mismo ya hay también muchísimas directivas en plataformas y en las cadenas en abierto. Y eso ha cambiado muchas cosas. También el tipo de proyectos que se hacen. Desde luego creo que no estamos todavía en igualdad pero sí que ha evolucionado mucho. Ahora mismo donde más carencias de mujeres hay es en la parte técnica.

—¿Qué serie estás viendo ahora?

—La última temporada de Hacks. Yo soy muy fan de las series que tienen muchas temporadas, que es algo que está desapareciendo. La gente quiere cambiar todo el rato y a mí me encanta volver a ese lugar feliz de personajes que me gustan, especialmente cuando son comedias. Además, de esta serie me fascina la manera en la que habla del salto generacional y de cómo han tenido que pelear contra el machismo una mujer de 70 años y otra de 30.

—¿Y la tele en abierto, la ves?

—Cada vez menos. Pero sobre todo por un tema de horarios, de que no estoy en casa a la hora que ponen las cosas. Pero bueno, por ejemplo, las series españolas intento verlas todas. A lo mejor no completas, pero cuando menos uno o dos capítulos. Creo que tengo que estar puesta en la industria en la que trabajo.