Ferrol recupera la iglesia de Dolores, uno de los símbolos de la Gran Pasión del Norte y espejo de la historia espiritual de la ciudad

FERROL CIUDAD

El templo, del siglo XVIII, vuelve a la vida, tras siete años cerrado, culminando un largo proceso de rehabilitación y a las puertas de la Semana Santa
11 abr 2025 . Actualizado a las 22:29 h.«¡Cando as cousas se fan ben, este é o seu froito...!», decía el conselleiro de Cultura, José López Campos, mientras contemplaba la restauración de la iglesia de Dolores, en la que la Xunta ha invertido, en dos fases, más de 600.000 euros. Una cantidad, esta, a la que aún hay que sumar otros 116.000 euros aportados directamente por la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, y 44.000 más procedentes de donativos.
El templo, una construcción del siglo XVIII sobre la que se asienta una parte fundamental de la historia de la Semana Santa ferrolana (una iglesia «de especial relevancia no patrimonio cultural do Camiño Inglés», subrayó el conselleiro), ha reabierto sus puertas cuando ya se acerca el Domingo de Ramos: en vísperas de la Gran Pasión del Norte, de la Pasión de Ferrol. Y las ha reabierto, además, en una jornada cargada de simbolismo, porque el Viernes de Dolores —como tradicionalmente se denomina al quinto día de la semana que antecede a la de la pasión— es el día en el que, desde hace siglos, los cristianos recuerdan el sufrimiento de la Virgen, de la Madre de Dios.
«La Virgen vuelve a su casa»
«Hoy, además, la Virgen vuelve a su casa», decía el alcalde, José Manuel Rey Varela, haciéndose eco de una expresión especialmente querida no solo por los miembros de la Cofradía de Dolores, sino por todos cuantos aman la Semana Santa de Ferrol. «¡Por fin la iglesia está abierta ya...!», comentaba Rey Varela, también él emocionado, con los ojos fijos en la bóveda del templo, y admirando el resultado de las obras de rehabilitación, nada más concluir la ceremonia institucional. Rey Varela, como subrayaban, mientras accedían al templo, quienes han seguido más de cerca el proceso de restauración el templo, ha tenido un papel fundamental, ante la Administración autonómica, en la búsqueda de recursos para restaurar el templo de Dolores (al igual que en lo que atañe a las rehabilitaciones de Las Angustias y de la concatedral de San Julián).

«¡Este es un día muy feliz, estamos todos muy contentos!», exclamaba el obispo, Fernando García Cadiñanos. Y también él recalcaba el profundo simbolismo de la fecha en la que la iglesia de Dolores vuelve a abrir sus puertas al culto, tras siete años cerrada. El prelado tenía la esperanza de que el templo, diseñado en 1780 por Antonio de Bada, pudiese estar restaurado ya durante la Semana Santa, y, finalmente, ha sido así.
El peso de la historia
Los arquitectos de la obra, José y Amable Romero, junto a los técnicos que trabajaron a su lado en este proyecto, han devuelto la vida al templo mediante una intervención que ha logrado lo que parecía imposible: sacar a la luz el espíritu de una construcción alzada en el siglo XVIII que sufrió todo tipo de avatares a los largo de su historia —en el XIX estuvo más de treinta años cerrada, también por problemas estructurales—, y que está catalogado como Ben de Interese Cultural en calidad de «conxunto histórico».
Solo queda pendiente, ahora, una última intervención puntual: la rehabilitación integral de la torre del reloj, cuyo coste estará en torno a los 50.000 euros, según las primeras estimaciones, y para la que la Xunta, extraoficialmente, ya ha comprometido su apoyo, también. «E tamén o propio reloxo da torre —señala un miembro de la curia diocesana— volverá funcionar».