El secreto de los populares torreznos del hotel Almirante de Ferrol: «Se pochan hora y media»

FERROL CIUDAD

El emblemático camarero Jorge Veiga lleva un cuarto de siglo en el hotel viviendo la evolución de al ciudad: «Paco Rabal estuvo cuatro meses aquí, era familia»
24 feb 2025 . Actualizado a las 23:56 h.Aunque se ha puesto de moda tomar una caña con los populares torreznos del hotel Almirante, esta receta nacional se remonta a la Edad Media y ya está reflejada en fragmentos del libro de El Lazarillo de Tormes del siglo XVI. «Los de casa no saben igual que los que hacemos aquí», reconoce Jorge Veiga (Fene, 1975), célebre camarero del hotel ferrolano. Sus populares torreznos se «pochan» a muy poca temperatura durante hora y media, por lo menos, tras lo que se les da la fritura potente. «Nuestra cocina, aunque sea gallega, tiene muchas raíces castellanas porque el dueño es segoviano. Aparte del horno de leña, el cordero y cochinillo, ahora en la cafetería estamos impulsando los torreznos. La verdad es que tienen muchísimo éxito. La gente viene y como no los tengas...», advierte Jorge.
El emblemático camarero está de enhorabuena tras cumplir un cuarto de siglo en el Almirante. Solo la mili le cortó su trayectoria en un sector que corre por sus venas. «Acabé el bachiller y en el 1995 entré en la escuela de hostelería de Pontedeume para estudiar tres años. Ya tenía su fama, los profesores ya eran conocidos», recuerda. Pasó unos meses por la sala del restaurante Cantábrico de Fene antes de recalar en su querido Almirante. «Estuve siete meses trabajando y me llamó un compañero que había estudiado conmigo en Pontedeume para hacer una extra en el hotel, y ya me quedé», recuerda. Y hasta hoy. Siempre, siempre ha ejercido de camarero. Y más de la mitad de su vida ligado al Almirante. «He vivido todo, desde los tiempos buenos, la actividad de las fragatas, cuando venían los noruegos, los australianos... y en Ferrol todo fluía. Los tiempos de tener Imserso, banquetes de boda... O hasta el cierre del restaurante», describe como ejemplos de diferentes épocas de la urbe naval.
«Rabal era una institución»
Su trabajo le ha llevado a conocer de cerca a multitud de actores, cantantes y demás personalidades que pasaron en las últimas décadas por la ciudad. Pero de todos recuerda con enorme cariño a Francisco, Paco, Rabal, y Federico Luppi. «Vivieron aquí cuatro meses para rodar la que acabó siendo la última película de Paco Rabal, Divertimento, en el Teatro Jofre. Estuvimos encantados con él y su mujer, Asunción. Eran ya como de la familia. Cuando finalizó el rodaje le hicieron una fiesta a la que nos invitaron», comenta con mucho cariño. También pequeños «detalles» que le tenían. «En la cafetería le escondíamos un paquete de tabaco para que Asunción no le viese fumar», bromea. Fue un pionero influencer para el hotel. «Era una institución, de los mejores actores de España. Como todo el mundo sabía que estaba aquí llenábamos el restaurante. Los camareros teníamos que excusarle y ayudarle mucho porque todo el mundo quería ir a hablar con él, cuando él tenía que comer y salir pitando a rodar», recuerda. Jorge ha servido, en el mejor sentido de la palabra, a artistas como Rosario, Beret, El Cigala, José Mercé, Abraham Mateo...
«La gente demanda cercanía»
Jorge ha vivido en primera persona la evolución de este trabajo. «Cuando yo empecé era un servicio que ahora podría parecer un poco rancio o casposo. Estábamos muy encima del cliente. Ahora la gente no demanda eso, más cercanía, no tanto que les trates de usted o tan serios. Con cercanía intentas hacer el trabajo lo más profesional posible. «Además, no es lo mismo entrar al restaurante, donde vas con más calma y explicando todo, que en la cafetería, donde la gente tiene media hora para comer o se toma un pincho con un dulce en diez minutos para volver al trabajo», describe. Pero a sus compañeros «nuevos» siempre les da el mismo consejo: «Yo, al 80 % de la gente que veo entrar le doy los buenos días y ya se qué es lo que toman y con qué lo toman. Eso te da mucha cercanía. Los años trabajando hacen mucho», reconoce. Y agradece las condiciones que le ha propiciado siempre este hotel. «A lo mejor si estuviese en una cafetería o restaurante sería todo más monótono o rutinario. Al estar en el hotel tenemos cinco turnos distintos, dando los desayunos de los clientes, en cafetería, si estás en el restaurante de turno partido... Y lo sabes cada mes para poder hacer tu vida. Dentro de la hostelería seguimos el convenio, tenemos días libres, descansos... Estamos cómodos, que parece que no es lo normal en este sector, así que hay que valorar que nos respetan», ensalza.