De perderlo todo a emprender doble: «La Colmena es un homenaje a mi padre»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

César Toimil

María Abella recuperó su marca, abrió en octubre un bar en Catabois y ahora prepara la puesta en marcha de un despacho de pan en Cabanas

17 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Creo firmemente en que todo pasa por algo», repite María Abella (Ferrol, 1977). Esta frase, aunque manida, es el mantra de esta emprendedora ferrolana. Pasó de tener dos negocios hosteleros de éxito y una plantilla con más de treinta trabajadores, tres locales —una cervecería, un restaurante y la parte de arriba, discoteca— a perderlo todo. «Volví con lo puesto a casa de mi madre Rosa. No podía ni pagarme un café», recuerda. Pero cree firmemente en que los bandazos de la vida fueron para volver a ponerse en pie, conocer a la dueña de la panadería que ahora, al jubilarse, le deja uno de sus despachos que se convertirá en su segundo negocio en tres meses.

Pero todo se remonta al 2015. «La primera Colmena estuvo aquí, en Catabois. Abrí un bar para trabajar yo sola. Y ya empecé con este nombre y esta línea estética», recuerda. Y es que La Colmena es un homenaje al padre de María y su apellido, Abella. «Le hice la promesa. Él murió un año antes y La Colmena es un sueño de vida», reconoce. Y es que aunque María se formó en sectores muy diferentes, estudió Delineación, Edificios y Obras, y ahora realizó un curso de dirección de empresas, la hostelería es su pasión. «Me gusta mucho estar de cara al público y aprender de todo en este sector. Aquí he hecho de todo, desde entrar en la cocina, hasta limpiar platos hasta hacer yo parte de la reforma y decoración», valora.

Dio con el clavo, creció su clientela y el local «se le hizo pequeño». «Movía mucha gente y al año y pico cogí el local en A Gándara, en el que yo ya había trabajado. Ahí tuve muchísima, muchísima gente», agradece.

Pero vino la pandemia sanitaria del coronavirus y atravesó un gran bache con problemas personales, que acabaron con María sin seguir al frente de sus negocios. «Me quedé sin nada, sin casa, sin coche, sin negocios... Con lo puesto. Volví a casa de mi madre y ella lo vivió en primera persona», recuerda. Un verdadero golpe vital. «Todo para que después, la persona que se quedó con mis negocios también se quedase sin nada. A mí me los ofrecieron después, pero yo ya estaba con otro chip y no quería volver. Solo quería mi nombre, La Colmena, que no lo pudiese usar», defiende.

María, trabajadora nata, volvió a buscarse la vida. «Me puse a trabajar poniendo copas por la noche. Pasé de facturar 200.000 euros a ganar 50 euros la noche. Pero la vida sigue», incide. Conoció también a las panaderías García López de Ares, Mugardos y Cabanas, donde se puso a trabajar. «Trabajaba por la noche poniendo copas y me iba del tirón por la mañana a la panadería», recuerda. Así estuvo dos años. Trabajando y haciendo ahorros para volver a lanzarse a emprender. «Si Amancio Ortega pinchó dos veces...», valora.

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«Un bum desde el minuto cero»

Da gracias a su madre y su hija —«se lo debo todo a ellas», ensalza— logró salir de la vida que llevaba y reponerse. Y el pasado año estará marcado en su vida. Repuesta ya, encontró las instalaciones donde se encontraba anteriormente la cervecería Casa da Troia. «Fue un bum desde el minuto cero. Como yo empecé en este barrio y la gente conoce mi historia, tuve muchísimo apoyo, de vecinos, proveedores...», agradece. Ofrece desde desayunos, tapas, comidas, tardeo y hasta la cena. Los domingos triunfa entre clientela de todas las edades con música en el local. Forman parte de este proyecto, además de su madre y su hija, otros cuatro trabajadores.

El segundo negocio será un despacho de pan en Cabanas, donde ella misma trabajó. «Mi jefa se retira ahora en enero y me ofreció quedarme con alguno de sus despachos. Le voy a dar mi línea de La Colmena», avanza. María está emocionada con este nuevo paso en su vida. «Cabanas es tan bonita... Y la gente, maravillosa. La panadería está en la entrada en pleno paso del Camino de Santiago», indica. De momento está en obras y no tiene fecha exacta de apertura. «Andaré de aquí para allá, un poco en todo, como me gusta. Hay que ser positivo. Si no me hubiese pasado todo esto, no estaría ahora con esta oportunidad», agradece.