Adiós al Guitiriz, el emblemático bar satélite del Marcide: «Tengo 53 años y llevo trabajando desde los 14, necesito parar»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Marta Prieto, retratada este martes en el Bar Guitiriz, el refugio hostelero que fundaron sus padres hace ya más de cuatro décadas
Marta Prieto, retratada este martes en el Bar Guitiriz, el refugio hostelero que fundaron sus padres hace ya más de cuatro décadas KIKO DELGADO

«Ahora me siento desmotivada y es mejor una retirada a tiempo que seguir así», dice la hostelera Marta Prieto, que el próximo día 27 cerrará el local fundado por sus padres en 1981 junto al hospital ferrolano

24 nov 2024 . Actualizado a las 10:44 h.

En el perfil de wasap de Marta Prieto no luce estos días ninguna foto suya. En su lugar, una emotiva carta de despedida para anunciar el próximo cierre del Bar Guitiriz de Ferrol, después de «toda una vida con dedicación exclusiva» al negocio, y una larga lista de agradecimientos a las personas que la acompañaron en el camino. Desde las empleadas y colaboradores que dieron el callo en el bar a lo largo de estos años hasta los diferentes proveedores, pasando por la clientela, su «vecino» de la Jamonería Romero, y por supuesto, el «amor» de su vida, su marido Juan, y sus hijos, César y Cecilia. «Os llevaré a todos para siempre en mi corazón», escribe Marta para finalizar la misiva.

«Me da mucha pena cerrar el bar, pero ahora mismo me siento desmotivada y creo que es mejor una retirada a tiempo que seguir así. Tengo 53 años y llevo trabajando desde los 14, necesito parar», confiesa la responsable del Guitiriz, ese bar satélite del Arquitecto Marcide que durante más de cuatro décadas ha sido refugio y parada habitual de trabajadores, pacientes y familiares de enfermos ingresados en el hospital, pero también del alumnado del CIFP Leixa o de residentes y personal del CAMF.

El negocio bajará la persiana el 27 de noviembre. Y entonces Marta pondrá punto y final a una historia que comenzó en el año 1981, cuando sus padres, César Prieto y Dora Sánchez, abrieron las puertas del bar a un tiro de piedra del Marcide, solo cinco años después de la inauguración del hospital. Una década antes, a principios de los años 70, la pareja había abandonado Guitiriz para establecerse en Ferrol, donde el padre de Marta encontró trabajo como camionero en el puerto. Con la crisis, el sector empezó a flojear y fue entonces cuando César y Dora decidieron emprender con un bar en el bajo de su vivienda. Y como a él lo apodaban O Guitiriz, ese fue el nombre elegido para bautizar el establecimiento.

La hostelera Marta Prieto (segunda por la derecha), junto a las empleadas que la han acompañado en la última etapa del Bar Guitiriz de Ferrol: Silvia, Cris, Yoli y Lourdes
La hostelera Marta Prieto (segunda por la derecha), junto a las empleadas que la han acompañado en la última etapa del Bar Guitiriz de Ferrol: Silvia, Cris, Yoli y Lourdes kiko delgado

Con solo 14 años Marta abandonó los estudios y desde entonces consagró su vida al negocio familiar. Primero trabajó junto a sus padres. Después, tras la muerte de su padre y la jubilación de su madre, con una de sus hermanas. Y desde el 2016 ha llevado las riendas del negocio en solitario. «Fue a partir de la pandemia cuando me empecé a desmotivar porque todo eran trabas: los impuestos, las dificultades para encontrar personal, tener que devolver algunas de las ayudas que nos habían dado por el covid... Y trabajar de sol a sol. Abría a las siete de la mañana y cerraba a las diez y media de la noche. No tenía vida. En agosto cambié el horario y empecé a cerrar a las cinco de la tarde, pero aún así son doce horas, porque cuando la gente se va hay que limpiar y recoger y hasta las siete no me voy a casa», explica Marta.

La hostelera quiere dejar claro que no baja la persiana porque el negocio vaya mal. Al revés, las especialidades de la casa —como los callos, el bocadillo de pulpo con pan del país, el codillo o los generosos pinchos de tortilla y churros con el café— siguen atrayendo a legiones de fieles, pero Marta siente que necesita cambiar de rumbo. «Me da mucha pena cerrar —insiste—, pero si no lo hago la cabeza me va a petar. Mucha gente me dice que contrate a más personal y no venga tantas horas, pero es difícil encontrar a gente para trabajar, y además, yo no sé delegar. No concibo llevar un negocio sin estar pendiente de todo en todo momento», dice Marta, jefa del bar y también de sus fogones.

Pero la hostelera no quiere que la despedida del Guitiriz sea triste, sino todo lo contrario. «El día 27 cerraremos a las cinco de la tarde, como es habitual, pero a las siete volveremos a abrir para la despedida. Estoy emocionada, porque vendrán las ex empleadas, amigos, clientes... Y creo que va a ser algo muy especial», comenta sin olvidarse de las trabajadoras que componen su equipo actual: Silvia, Cris, Yoli y Lourdes. «Son maravillosas, porque aún sabiendo que esto se acaba, han querido quedarse conmigo hasta el último día. Si me duele cerrar, es sobre todo por ellas, porque es muy duro dejar a cuatro personas en la calle, pero a la vez me siento tranquila, porque la hostelería necesita personal y ellas seguro que van a encontrar trabajo, porque son grandes profesionales», dice agradecida.

El futuro está por escribir y Marta prefiere no mirar demasiado lejos en el horizonte. «De momento quiero parar, descansar, pasar más tiempo con mis hijos, dedicarme a mi hobby, que es la restauración de muebles... Y disfrutar de pequeñas cosas que antes no podía hacer, como, por ejemplo, cocinarle algo rico a mi marido y comer los dos juntos cuando llegue a casa de trabajar».