Urge reivindicar nuestra historia en América y a los pioneros y su obra, condenados a las tinieblas de una ignorancia programada. Y romper un relato hecho de odio y contado bajo potentes luces capaces de hacer del blanco, negro, descontextualizando los hechos para inducir a la parroquia a pedir perdón por nuestra historia (incluso sin conocerla). Con trabajo y hemeroteca he comprobado el notable desconocimiento de la realidad de falsos jueces o aprendices de brujo, luego relatores que ni han leído el sumario. ¿El expresidente de México es un ejemplo de mala fe o ignorancia? Su odio a España, alimentado para tapar sus vergüenzas, es ingrediente único de un relato falso e intolerable que nos obliga a exigir respeto y justicia, porque calumnia y difama a un país, padre de la formulación jurídica de los derechos humanos, que introduce en las leyes de entonces la igualdad de trato a los indígenas de la América española.
Recuperar páginas, ignoradas o falseadas, del pasado y del presente es la única posibilidad de defender la dignidad que nos van arrebatando los vendedores de humo contaminado con odio, que sepulta parte de la historia o la deforma, convirtiendo el relato en una obscena caricatura para que no quede ni rastro de la grandeza de aquellos valientes y esforzados pioneros que ofrecieron lo mejor de su vida y no dudaron en denunciar a quienes rompieron el pacto de hermandad con los indígenas.
Sí, así fue, aunque hay que conocer el contexto histórico para poder juzgar con equidad y separar a los grandes de los miserables… que los hubo y los hay. Y a México se dirigen los relatores progresistas a… ¡aplaudir la infamia! Y abrazar al infame.