Los Suárez, la familia más motorizada de Ferrol: «Nuestros doce clásicos son nuestros tesoros»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Los Suárez (hermanos, sobrinos y cuñados) con algunos de sus clásicos cerca de A Graña.
Los Suárez (hermanos, sobrinos y cuñados) con algunos de sus clásicos cerca de A Graña. CESAR TOIMIL

Hermanos, sobrinos y cuñados hallaron «incluso reliquias debajo de árboles»

18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el rugir de los motores como mejor banda sonora y el olor a gasolina marcado a fuego, los Suárez forman la familia más motorizada de entre todas las motorizadas de Ferrol. Litros de gasolina corren por sus venas. Tienen talleres de reparación, siempre una sonrisa en la cara y al menos doce coches clásicos que ellos mismos han reformado. «Esos clásicos son nuestros tesoros, por supuesto que nos han ofrecido dinero por ellos pero es que son joyas escondidas restauradas por nosotros», indican. Incluso «algunas reliquias aparecieron debajo de un árbol». O Gabriel, uno de los cuatro hermanos, «anda por las corredoiras buscando clásicos debajo de los galpones».

Este árbol genealógico empieza por los hermanos: Juan Ramón de 64 años tiene el taller Juan Ramón en Santa Marina donde trabaja con su hijo Alberto, Marga de 62 lleva el taller Lumar (antes con su marido Luis García ya jubilado, y ahora con su hija Alejandra García y su primo Fonsi Rodríguez). Otros dos hermanos no tienen taller, trabajan en otros ámbitos pero desde pequeños echaron una mano y siguen restaurando sus propios coches. Por orden de nacimiento son Gabriel (Gabi o Javi) de 54 años, que es ingeniero técnico naval y gerente en una empresa de suministros navales; y Pablo de 44, que estudió FP de Mecánica y el ciclo superior de Mantenimiento de Equipo Industrial (Cedeira) para ahora estar empleado en una empresa privada.

Semejante despliegue suma amor por el motor y sobre todo por la familia. Este pasado 15 de julio se unieron en una comida en A Graña y Pablo ejerce de portavoz: «Mi hermano mayor trabajó desde los 15 años, yo lo recuerdo sin parar hasta las doce de la noche, en mi familia siempre fueron muy currantes y mi madre incluso le llevaba la comida al taller».

Esta historia demuestra mucho esfuerzo y lucha ante las adversidades. «Nuestra madre Juana Fernández González murió en 1989, nuestro padre Ramón Suárez Beceiro en 2003, los hermanos tuvimos que tirar para adelante», explican los cuatro. Y siempre el motor estuvo presente en sus vidas. El padre tuvo que firmar el permiso para que Juan Ramón empezase a trabajar en 1975, el chaval empezó en Motor Racing en Catabois, después montó un taller con un socio en Joane. Se independizó y fundó ya su empresa Juan Ramón en Esteiro y a finales de los 90 se cambió a Santa Marina. Con él trabajan su mujer María José Iglesias y su cuñado José Ramón Iglesias.

El marido de Marga viene de «otra familia de mecánicos, con dos hermanos en esta profesión, un cuñado, hijos». Él empezó en la Opel de Laraxe y después montó taller propio con su mujer Marga en Ultramar, para trasladarse en 2017 a San Xoán. En cuanto a Gabriel, mientras estudiaba ayudaba en contabilidad a su hermano Juan Ramón, con transferencias, «como un chico de los recados y tan dicharachero que parecía el jefe», comenta Pablo, el benjamín, entre risas. La familia tenía otro hermano, Santiago, que murió de pequeñito.

Una «sufrida» pasión

El mundo del motor es para ellos «una pasión pero también muy sufrida si te empleas en ella». El padre Ramón era electricista en Bazán, nacido en 1928. «Pero el que nos arrastró a todos en la mecánica fue nuestro hermano Juan Ramón», indican los demás. Entre ellos no hay competencia, «vamos todos a una y nos ayudamos, pero es que en todo este gremio hay muy buen rollo y la gente hace piña... y nosotros la hacemos aún más claro», se ríen.

Otro momento del encuentro.
Otro momento del encuentro. CESAR TOIMIL

El primero, de 1953

Hay amistad con los proveedores, con Geno el chapista, con toda la automoción clásica... Y mucho amor, por no decir obsesión, por los coches antiguos. El primero de ellos fue un Renault 4/4 «como homenaje al primer modelo que tuvo mi padre y además del mismo año, de 1953».

La restauración de ese ejemplar en color celeste llevó casi 20 años y se terminó en 2010. «Fíjate que entonces no se podían conseguir piezas por Internet, fue una odisea, todo el frente se hizo a mano con un chapista y dio muchísima guerra». Y después llegaron otras joyas como un Audi R8 naranja, un Triumph blanco, algún Golf. «Entre todos tenemos doce coches clásicos, a los citados hay que añadir más autos de las marcas Toyota, Citroën, Volkswagen, Seat...»

Vespas y Montesas

Semejante ejército se completa con motos clásicas, desde Vespas a Montesas, o incluso una Rieju de 1963. «Todo el mundo nos asocia en Ferrol a los clásicos, y la verdad es que estamos seguido buscando joyas escondidas», explican.

Entre los más forofos figuran Gabriel y Juan Ramón, «que se funden el Wallapop y Milanuncios a ver qué encuentran». Pablo (el más pequeño ya que su sobrina Alejandra es un año y medio mayor que él, «cuando nací ya era tío») bromea con Gabi: «Él anda mirando por los galpones, alguno que encontró en un año ya estaba reformado». Rechazan ofertas por sus «tesoros, porque el que guarda siempre tiene, con piezas exclusivas y descatalogadas». Y sus corazones prácticamente bombean con pistones.