La naronesa Ana Xiang Ning Pereira, Premio fin de carrera: «Iba a trabajar de nueve a dos, a clase de tres a ocho, y en casa hacía el TFG»
FERROL CIUDAD
La Xunta le ha otorgado este reconocimiento por su expediente brillante en el grado de ingeniería de datos
05 ago 2024 . Actualizado a las 17:06 h.La naronesa Ana Xiang Ning Pereira Ezquerro, con 23 años recién cumplidos, es ingeniera de datos. Premio fin de carrera de la Xunta por su brillante expediente (con unas quince matrículas de honor) en la primera promoción de ese grado que imparte la UDC en el campus de A Coruña, cursa un máster en inteligencia artificial y trabaja en un grupo de investigación de la universidad que desarrolla algoritmos para el procesamiento del lenguaje natural. Ahí queda eso.
«Cada vez hay más datos que hay que tratar, antes se hacía de forma manual, pero ahora sería imposible. Hay que automatizar el procesamiento para sacar información de valor para que una empresa tome decisiones o para detectar algún peligro. Mi carrera se basa en tratar toda esa cantidad de datos y sacar información de valor, con la que se puede predecir, por ejemplo, si el mes que viene venderás más o menos gracias a modelos matemáticos», explica.
—Ajá, ¿a qué se dedica exactamente? De manera comprensible...
—Desde el último año del grado me empecé a especializar en inteligencia artificial. Desarrollamos algoritmos para el procesamiento de lenguaje natural, por ejemplo, texto escrito por personas. Es algo distinto a trabajar con datos numéricos (como cifras de venta), por tanto, no puedes aplicar modelo matemáticos clásicos y requiere de algoritmos adaptados al razonamiento humano.
—¿Los algoritmos razonan?
—No, aunque una rama de la inteligencia artificial intenta que interpreten cómo piensan los humanos. Hay tareas sencillas como reconocer patrones en imágenes, transcribir audio-texto, que sí hacen. Ya hay máquinas capaces de reconocer a personas en un vídeo. Me gusta la investigación porque te da la oportunidad de buscar soluciones a problemas nuevos.
—Sacó el grado en los cuatro años en los que está programado, ¿cuántas horas estudiaba?
—En cuatro años lo acabamos pocos, es muy difícil aprobar todo a la primera. Primero fue algo más fácil; en segundo, entre las clases y los trabajos en casa, le dedicaba ocho horas al día, como un trabajo a jornada completa. Cuarto es súper duro, iba a trabajar de nueve a dos —hizo las prácticas en Abanca—, luego clases de tres a ocho, y en casa el TFG, así todos los días. Es un sacrificio, pero tengo pasión por mi carrera.
—Su asignatura favorita serían las matemáticas, claro.
—Sí, se me dan bien. Pero historia de la filosofía me gustaba un montón también.
—¿Historia de la filosofía?
—Sí, bueno, es que hice el bachillerato de letras porque estaba con el piano. Al final, las matemáticas también tienen relación con la música, pero física, química o biología no tanto, por eso fui a letras. Mi madre flipó cuando decidí estudiar ingeniería de datos, pero yo sabía que aunque hubiese estado tantos años sin tocar las matemáticas, me podría poner al día.
—Así que también toca el piano...
—Estudié piano desde los 5 a los 18 años. Me saqué el grado profesional en el conservatorio de Ferrol, de hecho, me iba a dedicar a ser pianista, pero en España es muy difícil vivir de ello,
—¿Su cabeza descansa alguna vez?
—No mucho. Soy perfeccionista, autoexigente y ambiciosa.
—O sea, que no sabe no hacer nada.
—No, si me tiro en el sofá me gusta hacer algo, leer un libro, ver series... Y me gusta ir al cine, tomar algo con mis amigos, lo normal...
—¿Se ha sentido discriminada por tener los ojos rasgados o por ser mujer?
—Por todo, sí. Vivimos en una sociedad machista, racista, menos que antes, pero sigue siéndolo. En las siguientes generaciones ya fue más normal, pero niñas chinas adoptadas no había muchas en el 2001 y llamaba la atención. No sufrí discriminación por parte de mis compañeros de clase, como yo sabía que era adoptada no me costaba explicarlo, me preguntaban si mis padres también eran chinos y les contaba que no, que era adoptada. La mayoría no le dio mucha importancia, pero sí sufrí algunos comentarios por parte de personas mayores por la calle cuando era pequeña, pero bueno...
—Nació en China, ¿le gustaría volver?
—No me siento identificada con ese país porque soy de aquí, pero me gusta la cultura asiática, como otras tan distintas a la nuestra.
—¿A dónde quiere llegar?
—El máster lo acabo en febrero y el contrato de investigación con la UDC es indefinido. No sé qué quiero hacer, pensé en quedarme en A Coruña para hacer el doctorado, pero no descarto irme unos años al extranjero, al norte de Europa.