Luis Gutiérrez, comerciante de Ferrol: «No es que esté hecho polvo, pero el objetivo es reducir complicaciones en el negocio»

C. López / A.U. FERROL

FERROL CIUDAD

Luis Gutiérrez, en el establecimiento Bajo Cero.
Luis Gutiérrez, en el establecimiento Bajo Cero. ELISA PIÑÓN

Se puso al frente de la tienda de ropa a mediados de los ochenta: «No es que me vaya a jubilar mañana, me centro en cuidar y mantener»

15 jul 2024 . Actualizado a las 21:31 h.

A mediados de los ochenta, Luis Gutiérrez cogió las riendas del negocio familiar y decidió así dar continuidad a una larga estirpe de comerciantes. Tras numerosas remodelaciones y varios cambios de nombre a lo largo de su historia, Luis se encuentra cómodo con su local en la etapa actual, la tienda de ropa Bajocero: «No es que me vaya a jubilar mañana, pero por cuestiones de edad ya no estoy en una época en la que me apetezca innovar ni cambiar demasiado. No es que esté hecho polvo, pero mi objetivo ahora es reducir complicaciones».

El vendedor asegura que bajo ningún concepto quiere ser descuidado con su negocio, pero «para el tiempo que me queda trabajando aquí, me centraré en cuidar y mantener. Si tuviera treinta años a lo mejor me planteaba montar alguna historia por internet, pero no es el caso. Cuando era joven y empezaba a trabajar, estaba muy pendiente de las novedades para adaptarme, pero ahora estoy asentado y conforme».

Situada en la estratégica esquina entre la Calle de la Iglesia y la Plaza del Callao en Ferrol, la tienda Bajocero es un caso singular de supervivencia. En 2022, cuando las restricciones pandémicas comenzaban a acariciar su fin, arrancaron unas aparatosas reparaciones frente a su establecimiento, alterando el paso del tráfico durante más de veinte meses.

Sobre estos últimos años, Luis reflexiona: «Desde mi punto de vista, la pandemia marcó un antes y un después en cuanto a los hábitos de compra de la gente. Antiguamente, tú sabías que ibas a vender mucho en Navidades, en Semana Santa y a primeros de mes y podías esperar una caída en febrero y a finales de cada mes. Ahora no. Es una especie de caos. Hay incertidumbre respecto a cuándo se vende y cuándo no. Eso sí, haciendo un balance general de todo el año, las ventas se han recuperado bastante […]. Estoy contento además porque las obras de la calle terminaron en marzo. Han cambiado el tráfico de gente que hay por la tienda y, en ese sentido, ha mejorado».

Ropa de destiempo

Un aspecto menos positivo al que los pequeños negocios de la comarca se están enfrentando este año, especialmente de cara a la época estival, es la climatología inestable e impropia de la época. «Las estaciones del año están totalmente definidas por el clima. En cuanto a vender ropa, si viene un invierno muy caluroso, es malo. Si en verano llueve y hace frío, también. Llevamos mes y medio con muy mal clima y está claro que si hubiéramos tenido mejor tiempo, las ventas serían mejores, pero no puedo decir que lo note demasiado porque tengo muchos clientes fieles […]. Diría que el 90 % de personas que entran en la tienda son gente conocida, que además suele venir con intenciones de comprar […]. Aquí es raro notar grandes subidas o grandes bajadas, pero cada negocio es un caso concreto», comenta Luis.

Todo queda en casa

Al igual que su padre ayudaba a su abuelo y él ayudaba a su padre, la hija de Luis, Lidia Gutiérrez, aportó sus conocimientos en diseño renovando la imagen del negocio en 2018. La licenciada en Bellas Artes tuvo la idea de apostar por el sello «Ferroliño» y creó un logo en azul y amarillo con el elemento central de la grúa y una estrella náutica en cada lateral.

Luis lo tiene claro; define su tienda como «ropa de calidad al mejor precio» y confía en los clientes de toda la vida como clave de su éxito. Desde la experiencia, se muestra optimista con respecto al crecimiento del centro de la ciudad y pone sus esperanzas en el comercio ferrolano, animando a la gente joven a «que se venga e intente arrancar algo».