
El próximo día 10, a las 20 horas, el auditorio del Centro Cultural Torrente Ballester, que en el pasado fue la capilla del Santo Hospital de Caridad, servirá de escenario al homenaje que el mundo de la cultura rendirá, en Ferrol, a Segundo Leonardo Pérez López. Un homenaje en el que se presentarán, además, los dos volúmenes monográficos de Estudios Mindonienses dedicados a su vida y a su obra. Personalidades de los más diversos ámbitos (del mundo académico, de la teología, de la investigación histórica, de las artes, de las letras, del pensamiento...) se darán cita en Ferrol para rendir tributo a una figura fundamental de la Galicia de nuestros días: a un hombre cuya dimensión intelectual goza de amplio reconocimiento en toda Europa, y cuya labor, siempre generosa y volcada en los demás, ha permitido, a lo largo del último medio siglo, poner en marcha un sinnúmero de proyectos que hoy son muy sólidas columnas del patrimonio cultural de nuestro país. Por eso me parece de justicia, llegados a este punto, recordar quién es, de verdad, Segundo, cuyas responsabilidades públicas —y entre ellas los años que pasó como deán de la catedral de Santiago, en la que impulsó la decisiva rehabilitación del templo compostelano— a veces han ocultado un poco al extraordinario ser humano que hay detrás de tan incansable labor.
Conozco bien a Segundo desde siempre. Es más: como ya alguna vez he comentado, hasta somos un poco parientes por parte de esa Porta da Terra Chá —puerta a la que en mi infancia le llamábamos A Montaña— que se extiende a través de tierras como las de A Labrada, A Paderna y O Buriz, hoy pertenecientes, todos ellas, al concello de Guitiriz. Unas tierras mágicas que, a la vez que dan entrada a la Terra Chá dos Poetas —corazón espiritual de esta Diócesis de Mondoñedo-Ferrol y, por lo tanto, de esta Galicia do Norte, que es como una Última Bretaña toda ella—, permanecen hermanadas con las cumbres del Alto de Xestoso, y que siempre estuvieron muy unidas, históricamente, al monasterio de Monfero.
Segundo nació en el año 1948 y se ordenó sacerdote en 1973. Tras haber sido alumno del Seminario de Mondoñedo, estudió en la Universidad de Salamanca, en la que se doctoró en Teología. Y posteriormente continuó su formación en Roma. Investigador del Archivo Secreto Vaticano y catedrático de la Universidad Pontificia (dirigió, además, el Instituto Teológico Compostelano), es canónigo de la catedral de Santiago —antes lo fue de la de Mondoñedo— y está considerado, internacionalmente, como uno de los más grandes impulsores de los Caminos de Santiago, además de ser un decidido defensor del diálogo cultural entre creyentes y no creyentes. Galicia le debe, por cierto, la creación de instituciones como la Casa del Peregrino. Pero él, al mismo tiempo, ha permanecido siempre muy unido al mundo rural, atendiendo, con inmenso cariño, la iglesia de su parroquia natal, San Pedro do Buriz. Paralelamente a su labor en el campo de la teología —que lógicamente ha sido el centro de su actividad intelectual—, ha dirigido también su mirada al pasado de Galicia, donde sus investigaciones han brillado de una manera muy especial en lo que atañe a la densa intrahistoria de siglos como el XVI (el siglo del Concilio de Trento, que se celebró entre 1945 y 1963) y el XVII.
Allí por donde Segundo ha pasado, todo ha sido, gracias a él, mejor. Y por eso me parece tan necesario darle las gracias. Aunque sé muy bien que él, que siempre ha vivido para ayudar a los demás, no ha querido que nadie le dé las gracias jamás.