Carlos Beceiro, músico ferrolano afincado en Madrid que ha dado un nuevo impulso al mundo de la zanfoña: «Cada vez me siento más unido a las raíces de la cultura europea»
FERROL CIUDAD
Tras cumplir 60 años saca a la luz un nuevo trabajo: «Brïme de Ürz», un disco en el que, junto a Lorenzo Azcona y Juan Pedro Cornejo rinde tributo a los viejos caminos de peregrinación
11 jul 2023 . Actualizado a las 12:31 h.A Carlos Beceiro (Ferrol, 60 años), uno de los grandes maestros de ese instrumento musical, casi mágico, que es la zanfoña -un instrumento que también es, en sí mismo, una máquina del tiempo- le interesan mucho todos los caminos de peregrinación. Pero no solo los que llevan a los grandes santuarios (que también). Sino, sobre todo, las rutas que, por una u otra razón, y siguiendo los pasos de cuantos nos precedieron, acaban por convertirse «nos nosos camiños da vida». Cada vez que, atravesando la provincia de Zamora, pasaba por Brime de Urz, sentía -como él mismo relata- que el nombre del lugar no solo lo fascinaba, sino que parecía invocar algún misterio muy profundo, un tesoro secreto oculto en lo más hondo del alma de todo un país. Y así nació su nuevo disco, «Brïme de Ürz», que acaba de sacar a la luz junto a Lorenzo Azcona (saxo) y Juan Pedro Cornejo (acordeón).
«La música siempre es un viaje, y yo cada vez me siento más unido a las raíces de la cultura europea», dice Beceiro, que está afincado en Madrid desde hace más de treinta años pero que, allí por donde pasa -e insiste en ello-, lleva consigo a Galicia siempre. A esa Galicia que, como Beceiro recuerda, es, en mil y un sentido, el crisol de todas esas culturas de Europa que, peregrinando hasta donde el sol se despide del continente para adentrarse en el Océano, crearon un «maravilloso Reino de Occidente».
«Uno nunca sabe -dice Beceiro- dónde va a encontrar una nueva fuente de inspiración. Eso puede ocurrir en cualquier lugar. Por ejemplo -señala- contemplando las iglesias de la Capadocia. Pero lo que sí sé es a dónde llevan nuestros caminos, los caminos que volvemos a transitar siempre. Porque esos caminos -subraya- son siempre caminos para el reencuentro, y nuestra música bebe de la memoria, de todo cuanto habita nuestros recuerdos».