Las elecciones municipales produjeron cambio en el gobierno local de Ferrol, los populares alcanzaron mayoría y gobernarán los próximos cuatro años. Una buena sacudida a la izquierda política y el resultado obliga a replantear algunas cuestiones. En primer lugar, el resultado va a contracorriente, pues aunque el Partido Popular alcanzó trece concejales, la izquierda tiene mayoría en votos, y, en segundo lugar, plantea una pregunta: ¿cómo aquí los partidos de izquierdas no llegaron a un acuerdo de gobierno apoyando al partido mayoritario, como ocurrió en otras ciudades gallegas? Ahí lo dejo.
Por otro lado, la fuerza de convicción de Ángel Mato y alguno de los suyos no captó a todos sus votantes, a pesar de ofrecer una gestión importante en creación de empleo, infraestructuras y negociación con otros estamentos, como el Ministerio de Defensa, y realizaciones muy concretas.
Falló el proselitismo y los hilos conductores tanto a eruditos como a los de a pie, a ambos sectores les pudo llegar el significado emotivo de la gestión, pero la estrella polar de la izquierda que es la política, no fue suficiente. Y por último, que pudo ser lo primero, desear a Rey Varela que se encuentre en el Palacio Municipal como en su casa.
Estuve en A Malata y después en la plaza de Armas. En el estadio municipal la inmensa mayoría eran niños y jóvenes, ¡y qué quieren que les diga!, ¡lo pasamos racing! Igual que el almirante del Arsenal, el vicepresidente de la Xunta o el presidente de la Diputación, que sonreían mirándose entre sí.
No hubo conflicto de valores ni pérdida de influencia social, y desde el asiento seguían el ritual ¡aúpa Racing!
Luego fui a la plaza, a una función de gozar y gritar, y con los jugadores presentes, que levantaron una y mil veces su voz sobre el imperio racinguista de Ignacio Rivera.
No hace mucho tiempo que Núñez Feijoo pedía con insistencia el adelanto de las elecciones generales, y ahora que el presidente Sánchez las acaba de convocar para el próximo 23 de julio, muestra su desacuerdo, porque son en pleno verano y los niños tienen que ir a la playa.
El contraste es más chocante si cabe, que se olvide de empezar la campaña por la guerra en Ucrania y de las consecuencias económicas probadas para este país. Es lamentable, pero seguro que saldrán más metáforas del nuevo escenario político global, porque estamos en una sociedad postmoderna, con la razonabilidad agotada.