El fútbol te da y el fútbol te quita. Siempre ha sido así. Cuando te quita, duele. Mucho. Pero cuando te ofrece un regalo como el ascenso del Racing... Ferrol, feliz. La ciudad llevaba días, desde el partido de Talavera, aguantando a duras penas para poder soltar su alegría. Y no pudo salir mejor. Ascenso en casa. Al calor de la olla a presión que fue A Malata. Al calor de una ciudad entregada al verde. Con épica. Nadie dijo que iba a ser fácil.
Son muchos los nombres propios a destacar. Pero, sobre todo, lo que ha hecho a este Racing dar el salto al fútbol profesional ha sido todo lo contrario a los egoísmos. Piña desde el minuto cero. Club, jugadores, entrenador, afición... Parralo y su gente se sabían arropados cuando llegó la mala racha que siempre llega. Nadie perdió la cabeza. No se tomaron decisiones precipitadas. Se continuó el trabajo, entreno a entreno, partido a partido, gol a gol... Con tesón, de forma coral y con fogonazos de calidad individual a raudales. Así ha formado el Racing su éxito en una categoría repleta de gallitos que, al final, no han podido hacer sombra al campeón.
¿Y ahora? Ahora el salto a la élite. A la categoría de plata, más competitiva que la Primera de muchos países de Europa. Ahora, una nueva dimensión para dar más grandeza e historia al club y a un sólido bloque banquillo- jugadores-grada. Ahora, una afición que crece y seguirá creciendo. Porque ya es enorme. El mejor fichaje del club. Y la temporada que viene, seguro, se soñará todavía más. Feliz Racing. Feliz Ferrol.