Judith, de Alcohólicos Anónimos: «Cuando bebía me sentía como un bicho, era una zombi, una muerta en vida»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

María y Judith, en la calle de la Merced, donde abre sus puertas el Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos
María y Judith, en la calle de la Merced, donde abre sus puertas el Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos CESAR TOIMIL

Esta joven de 26 años, y María, que ya pasa de los 50, tocaron fondo, pero llamaron a la puerta del Grupo 24 Horas de Ferrol y recuperaron las «ganas de vivir»

26 abr 2023 . Actualizado a las 22:49 h.

Hay una frase que el coordinador del Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos repite con frecuencia. «La enfermedad alcohólica es muy democrática», sentencia Manuel, que asegura que afecta a hombres y mujeres, sin distinción de raza, estatus social o edad. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, en el Grupo 24 horas que abre sus puertas en la calle de la Merced, en el barrio de Ferrol Vello, la presencia femenina va a más. «En el grupo somos unas veinte personas y ahora mismo la mayoría son mujeres», constata Manuel, que prefiere no revelar sus apellidos por el principio de anonimato que abandera la asociación. «Lamentablemente, esta sigue siendo una enfermedad muy estigmatizada a nivel social», argumenta.

La comunidad celebra este sábado sus siete años de trayectoria en la ciudad (con una junta de información pública, a las 12.00 horas, en el pabellón de Santa Mariña). Y para dar a conocer ese aniversario, pero, sobre todo, para difundir la labor del grupo, dos de sus integrantes femeninas se ofrecen a contar su historia a La Voz. «Es muy importante difundir, que los enfermos vean que aquí pueden encontrar ayuda. Tal vez hoy no la pidan, pero puede ser que en otro momento sí, cuando se vean en el hoyo o sin ningún tipo de esperanza», comentan las dos.

La primera en relatar el «infierno» por el que pasó es Judith, de 26 años, quien, como el coordinador del grupo, recuerda que el alcoholismo es una «enfermedad mental», que enmascara muchos problemas emocionales e inseguridades, como sentimientos de miedo o culpabilidad. «Es como la diabetes, la puedes controlar con la dieta y la insulina, pero no desaparece. El alcoholismo es incurable, puedes estar bien si no bebes, pero somos enfermos para toda la vida», comenta en un inciso Manuel.

Judith cuenta que empezó a beber de adolescente, en los botellones, porque lo asociaba a «risas y diversión», pero, sobre todo, porque sentía que el alcohol le ayudaba a relacionarse. «Yo siempre tenía miedo a que la gente se riese de mí, a que me tomasen por una idiota y con el alcohol ese miedo desaparecía», rememora. Pero, de la misma forma, el alcohol la volvía agresiva: «Gritaba mucho y hacía cosas como romper retrovisores».

Con 18 años, pensando que si se alejaba de Ferrol el problema desaparecería, se marchó a Aragón siguiendo el rastro de su pareja. Y de allí, a Cantabria. «Pero la enfermedad iba conmigo, no desaparecía», recuerda Judith, que tras romper con su novio y perder varios trabajos volvió a Ferrol, donde tuvo una hija con la intención de «sentar la cabeza».

Pero ni tener un bebé ni volver a su ciudad natal hizo que el problema se esfumase. Hasta que un buen día su madre «la cogió por las orejas» y la arrastró a Alcohólicos Anónimos, como recuerda el coordinador del Grupo 24 horas. A partir de entonces todo cambio. «Cuando bebía me sentía como un bicho, era una zombi, una muerta en vida y aquí recuperé las ganas de vivir», cuenta Judith, que desde que llegó al grupo no ha bebido ni una gota y ha recuperado el cuidado de su hija, antes en manos de su madre. ¿Cómo lo consiguió? Judith explica que en el Grupo 24 horas se encontró con personas que habían pasado por lo mismo que ella, que entendían cómo se sentía y que llevaban años sin beber, algo que a ella le parecía imposible. Pero lo consiguió. Y todo gracias a una terapia de grupo no dirigida en la que todos los miembros que se «miran con ojos que no juzgan» y «te hacen ver que tú también tienes derecho a ser feliz».

Estas dos últimas frases salen de boca de María, otra de las mujeres que han logrado mantenerse alejadas del alcohol gracias al Grupo 24 horas de Ferrol. Hija de un padre alcohólico, empezó a beber en la adolescencia, solo que en su caso tardó mucho más tiempo en pedir ayuda a Alcohólicos Anónimos. No lo hizo hasta rozar los 50 y después de una vida llena de sobresaltos y dos intentos de suicidio.

Cuenta que durante muchos años logró «controlar» la bebida, pero, al independizarse de sus padres, con trabajo y dinero en la cartera, el problema fue a más. Por aquel entonces vivía en Santiago, pero, tras el primer intento de suicidio, regresó a Ferrol, donde durante casi dos años logró estar sobria. «Tenía marido, un trabajo, dos coches, una vida normal, pero yo no era feliz en mi matrimonio y eso fue lo que me llevó a volver a beber», relata. Tras la ruptura, estando con otra pareja, llegó el segundo intento de suicidio y ahí empezó la «debacle total». «Empecé a beber todos los días, a todas horas, tenía alucinaciones, no sabía en qué momento me iba a poner a vomitar y ahí fue cuando decidí pedir ayuda», rememora.

Como Judith, María asegura que el Grupo 24 horas le ha cambiado la vida. «Antes lo veía todo gris, como si fuera una película. Ahora disfruto de la vida y es la primera vez que no tengo ideas suicidas».