Una sala del centro ferrolano muestra la evolución de las armas de buques
23 abr 2023 . Actualizado a las 00:18 h.En esta sala se muestran piezas significativas de dos áreas bien definidas de la guerra en la mar. A un lado, los objetos dedicados al tiro naval, con equipos usados para resolver el problema de la puntería de los cañones del barco. Al otro, se muestran diversas armas de buques de superficie, submarinos y otros equipos usados en la guerra bajo la superficie del mar. El marco temporal de las piezas de la sala va desde finales del siglo XIX hasta los años 70 del pasado siglo XX.
El estudio técnico más avanzado del tiro naval se plantea con la llegada de los adelantos de la Revolución Industrial a los barcos y su artillería. Mientras que los cañones mejoraban su alcance y precisión, los buques cada vez se movían a mayor velocidad por lo que se requería un cálculo más exacto de las posiciones.
La artillería naval es una disciplina nacida a finales de la Edad Media y perfeccionada en la Edad Moderna. En esta época, los combates se desarrollaban a corta distancia pero con la llegada del siglo XIX, la artillería mejora tanto y tan rápido, que los antiguos esquemas ya no sirven. El tiro naval requiere saber con precisión la situación del objetivo y sus movimientos para calcular el punto de impacto al que debe dirigirse el proyectil. Además hay que corregir una serie de factores adversos como el viento o los movimientos de la plataforma. Para estos cálculos se crean equipos de precisión auxiliares como los telémetros o los calculadores electromecánicos. En la sala destaca el gran telémetro, de patente británica, que usó el crucero Canarias, con el cual se consiguió hundir al destructor Ferrándiz a 20 kilómetros de distancia. En la actualidad, estos aparatos son totalmente electrónicos basados en el barrido de los radares y los calculadores digitales.
Guerra antisubmarina
La guerra bajo la superficie se perfecciona a partir de finales del siglo XIX y aumenta en el XX al incorporarse el submarino a la guerra naval. Dentro de este campo hay que diferenciar entre la guerra antisubmarina y la guerra de minas. De la primera destacan los torpedos autopropulsados, que empiezan a usarse en el siglo XIX en los barcos, pero que serán el arma más característica de los submarinos desde la 1ª Guerra Mundial. La evolución de este arma se inscribe desde los torpedos de carrera rectilínea, propulsados por aire a presión y con espoleta de contacto hasta los torpedos buscadores con motor eléctrico y detonación por proximidad. En la sala pueden apreciarse varios torpedos G-74, utilizados en los destructores de la 2ª serie de la clase Churruca. En cuanto a la guerra de minas, su uso se multiplicó en las guerras mundiales, puesto que el coste de su producción era relativamente barato y dificultaban mucho el movimiento del enemigo. Podían ser fondeadas a través de diversos medios, aunque para tal efecto se desarrolló el barco minador. Las clásicas se detonaban por contacto y eran flotantes, como por ejemplo la HV-5, aunque después se desarrollan las de influencia. Paralelo al desarrollo de las minas, surgen las «medidas contraminas», donde destaca el papel del buque dragaminas que contaba con rastras de cable de acero y cuchillas para cortar el cable del flotador o rastras especiales para minas de influencia. Hoy en día, este papel lo realizan los cazaminas, que se encuentran asistidos por un radar.
Finalmente, se encuentra expuesto un misil de pruebas T-SAM correspondiente al Misil SM-1 Superficie-Aire (RIM-66/ STANDARD) que montaban en el lanzador vertical MK-13 las fragatas de las clases Baleares y Santa María. Con un alcance aproximado de 20 millas y 3,5 Mach, proporcionaban la defensa antiaérea del Grupo de Combate de la Flota hasta hace pocos años, cuando que fueron reemplazados por los SM-2 con muchas mayores capacidades.
Horarios
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